Fueron pasando distintos tipos de miércoles: los hubo otoñales con esa necesidad de tener que abrigarse... pero no mucho, estuvieron los veraniegos, cuando andar en manga corta era un privilegio para esos meses del año y también los invernales, cuando toda ropa que se pusiera sobre el cuerpo parecía poca.
Faltaron los lluviosos, pero eso porque ya se sabe que en este Uruguay no llueve.
Y fuera cual fuera el tipo de miércoles que visitó nuestra capital ninguno tuvo la posibilidad de ver a un rey manejado por el joven Martín Rodríguez que besara el frio tablero en señal de claudicar en la lucha.
Ya se vistiera con ropaje oscuro o claro, los monarcas de Rodríguez siempre salieron victoriosos en cada contienda, y las semanas fueron pasando, el clima cambiando, los rivales turnándose en la silla a su frente, pero lo que no cambió jamás fue la alegría para ese monarca que siempre se llevó el punto en el bolsillo más preciado de su ropaje de turno.
Una confirmación más del joven proísta que se está empezando a acostumbrar a dar un paso al frente al terminar cada torneo para recibir un premio por su rendimiento, así como lo hizo en el activo de Plaza 12 o como en la preciosa fiesta organizada por Álvaro Domando en el Liceo Espigas.
Culmina así la tercera edición de un torneo que comienza poco a poco a transformarse en un clásico del ajedrez capitalino, con muchos amigos que nos acompañan y que han hecho de esta actividad, más que un torneo en si mismo, una preciosa excusa para una juntada semanal entre tantos amantes del tablero.
Más información del torneo pulsando aquí.
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