Club de Ajedrez La Proa: Decenas de tableros coparon el Centro Cultural Alba Roballo

Con la ilusión de llenar espacios vacíos, con la meta de acercar el ajedrez a más gente, con las agallas necesarias para quebrar fronteras y poner semillas en tierra abandonada por mucho tiempo, Víctor Rodríguez y Miguel Tabárez desde hace poco más de un año decidieron poner el foco en desarrollar polos de difusión en lugares donde antes no lo había.

Y así apareció la frecuencia sabatina de talleres en La Casa de la Pólvora, donde junto a Franco Manteiga llenan las tardes con la magia de un peón que se puede transformar o un rey que lidera a su bando en pos de la victoria.

Y así fue que empezaron a moverse las piezas en el Centro Cultural Alba Roballo, con gente que poco a poco empezó a saber que además de todas las actividades que reunía ese novel espacio, también estaba el mágico mundo de las 64 casillas. Con Víctor como motor, pero con mucha gente que sostiene y da vida a esta preciosa aventura.

Y tras ellos, dos clubes: Progreso y La Proa, hermanos desde hace muchos años, y con el mismo objetivo en su horizonte, ampliar los márgenes de esta ciudad para que las piezas comiencen a recorrer casillas que parecía evitaban pisar.

Y luego de más de un año de vida de ambos talleres, entrelazaron esfuerzos para concretar de forma unificada un precioso torneo que logró atraer a 70 amantes del tablero.

Preciosa jornada en la que el Municipio A vivió su fiesta, ya que dos fuerzas vivas de su zona se estrecharon la mano para hacer del ajedrez algo ya propio de la zona.

Quedará para una segunda etapa el torneo en el Cerro, y porque no seguir conquistando espacios en ese oeste montevideano, para seguir "agrandando la capital".

Los premiados de la competencia