El campeón quedó a cientos de kilómetros de distancia

 Cinco semanas consecutivas reunieron a muchos ajedrecistas bajo la costumbre que se había generado meses atrás: verse los miércoles en el Misterio.

Volvió a hacerse una rutina que "el día del medio", fuera el momento en que muchos terminaran su jornada en el calle Verdi, poniendo sobre el tablero toda la sabiduría acumulada en horas de estudio para medirla con su rival de turno.

Rival de turno, que solo lo sería hasta que uno de los reyes cayera, o el apretón de manos sellara la amnistía final, porque después, "la sala chica" los vería analizar sus aciertos y corregir errores, entre mates, empanadas, galletitas y muchas sonrisas.

Dos reinas dando su batalla. Avril dejando a un lado su rol de ley y volviendo ser jugadora midiéndose con Lozano, y Evangelina quien cada vez eleva más su nivel de juego en sus primeras movidas con Sebastián Figueredo.

Así fue que pasó más de un mes de competencia, en el que la mezcla entre jovenes de gran nivel, con ajedrecistas de muchos años, y pequeños talentosos que se empeñan en complicarle la vida a más de uno, se entreveraron durante horas, y sumaron y mucho en la formación de esta comunidad que nos une y que afortunadamente crece cada día más.

El campeón del torneo no pudo llevarse el trofeo para su casa, ya que, no solo faltó a la últíma ronda, sino que estaba muy lejos del lugar. Nicolás Kulik, defendería a Uruguay en tierras ecuatorianas en el sudamericano sub-20 y la superposición de fechas hizo que no tuvieramos su presencia en la ronda que cerraba el torneo.

Los números del torneo dijeron que en el primer escalón quedaron abrazados tres compañeros que suelen ser parte del equipo A en el interclubes desde hace años, ya que a Nicolás, lo acompañaron en ese sitio de la tabla, Ariel Miller y Juan Manuel Cayetano, ambos también con cuatro unidades y los dos con la singularidad de haber caído solamente ante el campeón.

Ariel Miller tercer puesto por sistema.

Juan Manuel Cayetano Vitureira vice campeón del torneo.

Punto final para este "misterio de miércoles", que más allá de un campéon y de muchos aprendizajes, ha dejado una secuencia de semanas en que la rutina de encontrarse para cerrar "el día del medio" todos juntos, celebrando la magia que provoca el tablero se hizo nuevamente realidad.

Ahora nos espera una pausa, esperemos que muy pequeña, para volver a reeditar otra edición de esta actividad que nos agrada y tanto.

Mil gracias a todos por acompañarnos, su presencia es la que hace posible estas noches tan hermosas.

El torneo se cerró pero las puertas seguirán estando siempre abiertas para recibirlos con los brazos abiertos para cuando en breve tengamos que develar otros misterios de miércoles.

Hasta pronto.

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