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Manuel Larrea: autocrítica y reconocimiento

En diálogo con La Proa, Manuel Larrea dijo que no tiene problema en reconocer que su actuación durante las Olimpíadas de Tromso 2014 “fue mala”, expresó que para lograr una mejor clasificación hay que tener mejores jugadores y valoró la buena dinámica grupal entre todos los jugadores de la delegación y técnicos.
Manuel Larrea, en Tromso 2014. Foto: sitio oficial.

¿Qué balance hacés de la actuación del equipo en Tromso 2014?

Ya con un mate de por medio y mirando el horizonte desde mi bunker de ajedrez en San José, que sirviera para una jornada de entrenamiento sobre finales de la partida con el equipo, se puede realizar algunas consideraciones, que más que balance a mi juicio son hipotetizaciones sobre la actuación del equipo.

Como en toda actividad deportiva pueden distinguirse tres momentos. El proceso previo a la competencia en sí, que podríamos llamar preparación. La competencia en sí misma y una siguiente etapa que es el trabajo que se haga de las consideraciones anteriores.

La etapa de preparación fue buena, considerando que ninguno de nosotros es un jugador profesional de ajedrez. Quizás Bernardo sea lo más parecido, pero dedicado a la tarea de relanzar al ajedrez uruguayo con su trabajo en la Federación, su energía está casi tan diversificada como la del resto del equipo.

Hicimos dos sesiones de siete horas de finales. Participamos en un torneo de preparación en Punta del Este. A su vez se hizo un esfuerzo importante para participar en un torneo en España de prestigio internacional para entrar en ritmo de competencia fuerte. Allí se preparaban las partidas en forma colectiva de forma de generar conocimientos asistidos por el capitán, Alejandro Hoffman. Creo que todo esto estuvo muy bien y debe ser algo que debería tratar de mantenerse para futuras ediciones.

Sobre la etapa de la competencia en sí, no se puede negar que no fue buena en cuanto a los resultados. Los jugadores habíamos establecido un objetivo: que cada uno rindiera una performance 100 puntos superior a su Elo, y el único que pudo cumplir con tal premisa fue Claudio Cóppola, quien fue el jugador que tuvo el juego más fresco de todos.

De todas formas, analizando las partidas en perspectiva, creo que se notó que en general salíamos relativamente bien de las aperturas pero que en los momentos críticos de la partida no tomábamos la mejor decisión.

Si había apuros de tiempo, no podíamos sostener el combate. Si teníamos ventaja, la perdíamos. Si estábamos igualados, nos sacaban ventaja, y si estábamos peor, nos hundían. Con ese handicap es muy difícil obtener buenos resultados.

Dentro de este panorama debe destacarse que el equipo siempre mantuvo el espíritu de combate en alto. Nadie quería salir en ninguna partida. Nos manteníamos sentados toda la sesión de juego, apenas levantándonos para ir al baño y tomar algún café o galletita para energizarnos.

No fue suficiente para tener una buena actuación, está claro, pero por lo menos nos podíamos mirar a la cara entre todos y sabíamos que cada uno hacía su mejor esfuerzo con sus talentos, virtudes y defectos.

¿Qué podés decirnos de tu actuación individual durante estas Olimpíadas?

No tengo ningún reparo en reconocer que fue mala. Si habíamos hablado de un compromiso de hacer una performance 100 puntos superior a nuestro Elo e hice una de 200 puntos inferior, la matemática no miente, fallé. Me defraudé a mí mismo, a mis compañeros de equipo, a mi familia, a mis amigos y a la afición ajedrecística nacional, que todos los días a las nueve de la mañana se ponía a ver las partidas con la pasión que tenemos los orientales cada vez que una camiseta celeste sale a la cancha en cualquier deporte.

Hice un buen planteo en las nueve partidas que disputé, obteniendo en casi todas buenas posiciones, salvo contra Túnez, a pesar de que tenía actividad de piezas. O sea que se puede decir que aprobé el examen de aperturas.

En cambio, mi medio juego fue muy pobre. A medida que avanzaba la partida y no podía encontrar una continuación para concretar la ventaja, venían los apuros de tiempo y ahí errores imperdonables a este nivel.

Esto repercute habitualmente en crisis de confianza y en un círculo vicioso del que la única forma de salir es encajar una buena partida. El equipo se mostró muy solidario conmigo ratificándome la confianza en varias oportunidades, dándome la oportunidad de ir por la revancha, pero lamentablemente no pude salir de ese atasco emocional y deportivo.

Incluso, en la última partida que disputé con Siria, hice un sacrificio de pieza en plena apertura que fue muy bueno desde el punto de vista creativo y que, sometido al análisis del ordenador, es correcto, pero posteriormente erré la continuación y encajé una última derrota. Recibía innumerables mensajes de aliento por correo y por Facebook, pero ni así pude revertir la situación.

Por ahí vi algún comentario sobre que me quedó grande el primer tablero. Es una opinión y como tal debe respetarse, porque el hincha tiene el derecho de opinar. A mi juicio tal comentario es un poco exagerado. En principio, porque no jugué contra jugadores diferentes a los que había enfrentado anteriormente. La explicación ajedrecística preliminar es la reseñada en los párrafos anteriores: crisis de confianza e incapacidad para quebrar definitivamente a los rivales es algo que le pasa habitualmente a los ajedrecistas y seguirá pasando en todos los niveles.

Espero que la vida dé la oportunidad de cambiar las críticas por halagos, pero para eso la única forma es trabajar en mejorar. Hacer muchos ejercicios de definición para poder desarrollar una intuición que permita disimular las carencias en los momentos en que merme la confianza.
 
¿Dónde pensás que estuvieron los puntos de quiebre que llevaron al pronunciado descenso en el rendimiento de la segunda mitad del torneo?

Las cuatro derrotas en fila del equipo coinciden con las derrotas del primer tablero. No es coincidencia. La situación se contagió al resto de los tableros y por eso debo asumir mi cuota de responsabilidad. Máxime que perdimos por la mínima tres de esos matches en que tuve situaciones ventajosas. Es como en un cuadro de fútbol: si el golero no ataja las pelotas que vienen, es difícil ganar.

No lo veníamos haciendo mal hasta el match con Argentina. Incluso ahí dimos bastante lucha, pero después no salió una buena expresión de nuestro ajedrez y el resultado está a la vista.

¿Qué aspectos hay para mejorar, tanto a nivel individual como grupal e incluso federativo, para las Olimpíadas de 2016?

Para tener una mejor colocación hay que tener mejores jugadores.

Esto representa un desafío en el plano individual de mejorar en los siguientes dos años, en las diversas facetas del juego.

Cada ajedrecista en Uruguay tiene el deber de mejorar algo para ya sea luego volcarlo en los Juegos Olímpicos o en la fase clasificatoria poner a prueba a sus rivales y generarle experiencia valiosa que luego se exprese en nuestros representantes.

Sin entrar en la cuestión de las razones por la falta de Andrés Rodríguez, sería importante poder recuperarlo para la próxima.

Desde el punto de vista federativo, a mi juicio el camino está en promover la competencia tanto interna como internacional. Está muy buena la movida que existe en nuestro país en la organización de los torneos internacionales. Está bueno que se disputen eventos que permitan a todos los jugadores nacionales tener un roce superior que permita agarrar el ritmo.

Después, los jugadores tenemos que cumplir con el deber de competir y hacer el esfuerzo por que cada día seamos un poco mejores ajedrecistas. Sé que no es fácil; llevo 22 años intentándolo y todavía me siento muy lejos.

Una felicitación muy grande para el blog de La Proa por la cobertura. Es algo muy importante para el ajedrez nacional la difusión de la competencia con el profesionalismo y respeto por el esfuerzo de los jugadores.

También un agradecimiento muy grande para nuestro capitán, Alejandro Hoffman, quien tuvo que soportar nuestras amarguras y siempre con una palabra de aliento.

A Daniel Rivera, capitán del equipo femenino, que también estuvo dando para adelante en todo momento.

A Esteban Jaureguizar que estuvo también en la vuelta apoyando al equipo en todo momento.

Un agradecimiento a las chicas, con quienes fue un honor compartir el evento, en especial para mi hermana, con quien compartimos la experiencia de vernos las lágrimas por el fracaso deportivo, demostración de que más allá de las carencias técnicas, la adhesión a la causa es incondicional.

Y, finalmente, otro agradecimiento a toda la afición del ajedrez nacional, que tanto en la crítica como en el halago siempre mantuvo la identificación con el grupo de jugadores y nos hizo sentir como una familia con todos quienes interactuamos a través de la web a 16.000 kilómetros de distancia.

2 comentarios:

  1. Arriba Manolo con esa actitud seguramente la confianza será plenamente recuperada y nos alegraremos de tus inminentes triunfos defendiendo al ajedrez nacional

    Fernando Rey

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  2. Manolo, como deporte que se compite principalmente en forma individual, vemos el problema de un modo más individual de lo que es. El ajedrez uruguayo de "alta competencia" hace mucho tiempo necesita una revisión, no alcanza con generar 2 o 3 "jóvenes talentos" sino que se necesita toda una nueva generación, que entrene de otra manera y empuje a los "viejos" a jugar de otra forma también. Sino, cada vez vamos a estar mas lejos en este tipo de competiciones. Soy un eterno optimista, y creo que se puede, pero todos tenemos que empujar para que ocurra. Abrazos

    Alvaro Guerrero

    ResponderEliminar

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