Los gurises proístas dan que hablar aunque los resultados no los acompañen.
Esta ronda 3 dejó que el club que se llenó de antiguos proistas, el Mijail Tal ganara el match 2.5-1-5.
Pero el tablero vio palpitar cada escaque hasta el final de la partida, y la última de este enfrentamiento también fue la ultima de la ronda, cuando se estrecharon las manos Martín y Víctor después de más de 4 horas de juego.
Esta vez el primero en levantarse fue el capitán del equipo, Franco, quien mantuvo una igualdad hasta la jugada 20 con el cubano Rolando Muñóz, quien luego de una jugada floja de Manteiga volcó la partida definitivamente a su favor.
Nicolás fue el segundo en firmar la planilla, con un punto muy importante conseguido ante el experiente Alvaro Guerrero, lo que entablaba la puntuación del match. La partida parecía pareja pero dos peones unidos que empezaron a avanzar y llegaron a sexta fue mucho para le defensa de Guerrero.
Juan luego de una apertura un poco complicada logra empardar la partida, llegando a un final no apto para cardíacos, donde con peón de más y pieza de menos vendió muy cara su derrota. Y una cosa es leerlo y otra haberlo vista, porque el peón se fue hasta la misma orilla donde se convierte en lo que sueña, y el alfil de Eduardo Rodríguez debía poner toda su fortaleza en impedir la concreción de ese sueño. El peón insistente y acompañado de un rey corajudo, formaban una dupla que ponía en aprieto al conductor del club más nuevo del país, y más aún cuando los segundos empezaban a desaparecer de su reloj como arena se escapa entre los dedos de una mano abierta. El suspiro se escuchó cuando la cancha y años pudieron más que la intrepidez y osadía, sudó pero con jerarquía se nos llevó el punto.
Martíncito, jugando en el cuarto tablero tuvo a su frente a Víctor Rodríguez, el hacedor de obras de arte sobre lienzos desnudos. "Sentí que estaba mejor y podía ganar" decía minutos después de terminar y antes que comprobara que el módulo le llegó a dar más de 7 puntos de ventaja. Electrizante final, donde Víctor demostró tener más mañas para escapar de la derrota que gato para enredar un ovillo de lana. Cuando la mesa se había rodeado de ojos que asombrados veían como el quinceañero Rodríguez tenía contra las cuerdas al mayor de los Rodríguez, y el golpe de knock out se veía venir, un quiebre inesperado hacía evitable la derrota. Una partida imponente, la última en terminar y cuando las manos de ambos se estrecharon en un fuerte apretón de manos, se sintieron sensaciones contradictorias, uno que el punto se le escapó, y el otro que supo demostrar las agallas que tiene a la hora de defender la vida de su rey.
La tercera ya fue historia, ahora se viene Cosmopolita, arriba gurises que lo mejor aún está por venir!
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