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lunes, 30 de julio de 2018

Crónica de un observador privilegiado - La fugaz pero muy significativa visita de Robert Katende y Phiona Mutesi a Montevideo

Al ser docente de inglés y jugador federado de ajedrez he tenido la suerte ya varias veces de ser convocado por la FUA para trabajar como intérprete cuando recibimos visitantes anglo-parlantes.
Robert Katende (entrenador), Alberto Moratorio y WCM Phiona Mutesi el viernes 27 de julio durante la jornada en el Life Cinemas y la Facultad de Psicología
Pero sin duda esta ha sido una ocasión cualitativamente distinta, inolvidable, que me permitió compartir casi veinticuatro horas con dos seres maravillosos y ser parte del equipo que la federación y las autoridades educativas pusieron en movimiento para una serie de eventos en cines Alfa y Beta y facultad de Psicología el viernes 27 de julio.

Se acercaron solamente dos canales de televisión, el 4 y el 5, quienes visualizaron que esto merecía difusión. Pero igualmente la afluencia de público fue muy significativa, alcanzando a alrededor de mil personas directamente a lo largo de la jornada, quienes interactuaron con Phiona y Robert de un modo muy cálido. Era la oportunidad de conocer a los hacedores reales de la historia recogida en la película La Reina de Katwe.

Phiona Mutesi recibiendo una distinción de parte de la Facultad de Psicología con Alberto siempre a su lado, listo para la traducción
Uganda es un país de 41 millones de habitantes en el cual el 78% de la población es menor de 30 años. Sólo alrededor del 20 % de los niños son escolarizados, ya que allí la educación gratuita NO existe. Se accede pagando, o por becas si se tiene alguna cualidad o talento especial. La brecha entre los sectores privilegiados y las masas excluidas es enorme.

Tampoco hay servicios gratuitos de salud, y las chances de conseguir un trabajo bien remunerado son muy limitadas para la inmensa mayoría. Los gobiernos africanos sistemáticamente le dan la espalda a su gente. Y aun así hay seres que generan posibilidades para otros…

Robert Katende tuvo una infancia muy dura, signada por las pérdidas. Sin padre, con su madre imposibilitada de mantenerlo al no poder conseguir trabajo ni tener educación. Nos comentaba además que el círculo vicioso de la marginación de la mujer es atroz, reproduciéndose de generación en generación la lógica de madres solteras y padres que no asumen su rol. Robert fue criado por su abuela y luego tías que pudiesen dar una mano.

Conoció la dificultad y la resiliencia desde la vivencia en carne propia. Su destino aparente, de ser un chico marginado más, cambió al lograr, a través del futbol, ser becado para estudiar. Se aferró a esa oportunidad y consiguió recibirse como Ingeniero! Desde allí la primera idea fuerza que nos transmite: valoremos y aprovechemos cada oportunidad, a cada momento. Se lo dijo a los chicos uruguayos de la escuela pública especialmente.

Aún siendo ingeniero, trabajaba en un ministerio mientras estaba en lista de espera para mejores oportunidades cuando hubiese vacantes. Decidió entonces organizar en su zona un comedor para niños y niñas y nuclearlos para enseñarles ajedrez, sabiendo del potencial de este juego como herramienta para la vida. 

Algunos elementos que el ajedrez aporta, según destaca Robert, son: el pensamiento crítico y activo, la necesidad de tener un plan, ser responsables de nuestras acciones, ser pacientes -un movimiento por vez es el lema de la fundación, apostar al trabajo duro por nuestras metas, soñar en grande,  superar la adversidad, actuar como equipo (en el ajedrez nuestras piezas son nuestro equipo), entre otros.

Al contestar una interesante pregunta sobre “qué significa trabajar duro”, lo definió como la actitud indeclinable de dar lo mejor, el máximo de potencial disponible de cada uno, para aprovechar cada oportunidad y alcanzar las metas propuestas”.
Volviendo a su historia de vida, cuando se generó una vacante y Robert Katende fue convocado para un trabajo muy bien pago como ingeniero en otra ciudad, este hombre optó por trabajar con quienes lo necesitaban, sus niños del comedor y club de ajedrez, sus “pioneros”. Nos contó a todos que NO fue una decisión fácil, y que se inclinó por escuchar la voluntad de su corazón para encontrar su lugar auténtico.

Obviamente nadie podía imaginar en ese entonces que habría un libro y mucho menos una película! Y compartió con el público adulto la reflexión que apunta a no seguir al dinero ni al ego para encontrar la felicidad, sino a lo que nos hace sentir que somos realmente nosotros en nuestra mejor versión. “No hay satisfacción más grande que saber que otro ser humano celebra que has impactado para bien en su vida”.

Phiona Mutesi se acercó al ajedrez siendo una niña de nueve años pero debido al comedor, no para jugar. Su padre había fallecido al tener ella tres años, y tuvo que trabajar vendiendo maíz en las calles para ayudar a su madre y sus tres hermanos. El hambre fue el motor primero.

Pocas niñas participaban del ajedrez, pero Robert de inmediato mostró empatía y la felicitó por cómo se hizo respetar ante las burlas y hostigamiento de los niños. La recibió diciendo que las luchadoras eran bienvenidas. Y contaba la propia Phiona, en uno de los tres eventos masivos en que tuve el honor de trabajar como puente de lenguaje, que el día que derrotó por primera vez a un varón sintió que podría derrotar a cualquier otro.

El tiempo y su devenir… el primer trofeo que Phiona ganó tuvo que ser vendido para pagar por casa y comida para su familia. Pero esto le hizo ver que el ajedrez podía ser de ayuda para superar la miseria y ayudar a los suyos. Y ese fue el nuevo motor.

Contó también que el primer torneo internacional de ajedrez le permitió experimentar por vez primera en su vida el tener una cama para ella sola, una ducha apropiada y otras condiciones que tantas veces tomamos como dadas per se. Y se decidió a superar la miseria y salir adelante. Y lo logró con mucho esfuerzo y perseverancia.

Es WCM de ajedrez, ha participado en cuatro olimpiadas de ajedrez y este año va por la quinta, en Georgia. Hoy estudia Administración en Estados Unidos, y su familia en Uganda tiene una vida digna. Pero insiste y le dice a los niños: “no quieran resultados inmediatos, no se den por vencidos ni abandonen fácilmente, sueñen en grande y vayan por sus sueños!” Y según ella Robert ha sido siempre como un padre para ella y todos los niños.

Ella insistió en que se puede venir de la nada pero aún así encontrar una manera de convertirse en algo y en alguien en la vida. Con una actitud muy humilde y emocionada, apreció y agradeció la oportunidad de estar aquí en Uruguay.

Cuando un periodista estadounidense entró en contacto con estas historias de vida decidió escribir un libro: “La Reina de Katwe”. Disney llevó en 2016 la historia al cine, y se multiplicaron la difusión y posibilidades del proyecto.

Volviendo a Robert, hoy el proyecto llega a 1600 niños en Uganda y está ya también comenzando en Kenia. De lunes a sábado de 12 a 17 horas Robert, su esposa y varios instructores reciben en forma gratuita a los chicos, les proveen alimento, enseñan a usar cubiertos y tener modales, a leer y a escribir, y estructuran su enseñanza poniendo al ajedrez como eje. Muchos chicos son luego beneficiarios de becas para acceder al sistema educativo.

El proyecto cuenta actualmente con seis clubes, uno de ellos para niños discapacitados, que desarrollan su autoestima a través del ajedrez, lo que les permite competir en buenas condiciones contra niños no discapacitados y tener éxito.

Cuando en la tarde del viernes fuimos a la facultad de Psicología de Udelar, luego de las dos funciones en los cines Alfa y Beta y sus dos charlas respectivas, Robert nos ilustró un ejemplo de su método de trabajo, de cómo conectar el ajedrez con la experiencia vivencial y fortalecer el aprendizaje real: Puso como ejemplo si el docente tiene en mente enseñar a tomar decisiones sin dejarse influir externamente.

Y contó una dinámica en la cual dos chicos están disputando su partida de ajedrez y él recomienda un movimiento que sabe que no es conveniente, poniendo adrede al niño en la complicada situación de hacer lo que le es indicado por su referente o lo que él realmente considera el movimiento correcto… No todos reaccionan del mismo modo, y todo eso habilita el intercambio grupal de ideas y perspectivas, y la pregunta de si les ha pasado en otros contextos de la vida, cómo se han sentido y cuáles han sido las consecuencias.

El vincular lo que pasó en el tablero a su experiencia vivencial y la reflexión/intercambio en forma colectiva, hace que el principio a enseñar, en este caso decidir por uno mismo y hacerse cargo, tenga un arraigo distinto y profundo en la internalización del aprendizaje.

Este entrenador y Maestro de vida, que conoció a Uruguay por el fútbol y admira a Godín, mientras se admiraba de  ver los edificios de la Biblioteca Nacional y la Universidad de la República en el breve tramo en que los conduje por 18 de Julio, expresaba su gratitud y admiración por quienes difunden el ajedrez en nuestro país.

El esfuerzo mancomunado de la Universidad Pública de Córdoba, nuestra UDELAR y la Federación Uruguaya de Ajedrez hizo posible este histórico acercamiento de dos grandes personas de un país como Uganda,-tan desconocido, lejano y ajeno para nosotros- para recordarnos que todos somos uno.

Phiona Mutesi manifestó " Para mí la pieza preferida es la REINA, pues se puede mover hacia todos lados y puede recorrer todo el tablero, ida y vuelta; es la pieza que tiene mayor capacidad de ataque."
Robert Katende a su vez agregó: "Para mí, el PEON es la pieza. Es la más humilde, tiene el propósito de abrir el juego, y es valiente: no tiene miedo de sacrificarse para que gane todo el colectivo. Y sobre todo, tiene la poderosa fuerza de transformación, de tal forma que si recorre la totalidad de su camino, va a poder convertirse en la pieza que él desee. Así también ustedes niños, ahora son peones, y si trabajan duro se podrán convertir en lo que deseen".

Para ir redondeando esta crónica, algunos pensamientos más para compartir: la idea de que todos tenemos una semilla de excelencia para desarrollarnos, la idea de luchar por OPORTUNIDADES PARA LAS “PHIONAS” QUE NO HAN PODIDO FLORECER, la humildad, el valor del trabajo duro, la resiliencia.

Phiona y Robert son personas maravillosas a quienes hemos tenido la bendición de conocer, son hacedores hacia un mundo mejor, y de quienes recibimos inspiración y aliento para desarrollar lo mejor en nuestros proyectos en marcha y por venir, y en cada uno de nosotros.

Ha sido para quien escribe un pequeño gran viaje que enriquece el alma. Agradezco a quienes confiaron que mi trabajo podría ser un nexo para acercar comunicación a estos profundos contenidos de superación y promoción  humana a los que Robert y Phiona nos permitieron acceder.

Alberto Moratorio - Julio 2018

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