Hoy en día en el mundo se deben publicar más libros de ajedrez que de todos los demás pasatiempos de mesa que existan. La razón de esto parece ser simple: el ajedrez ha demostrado ser un problema duro de roer y hoy por hoy no está claro si alguna vez se resolverá.
Hoy las computadoras, incluso las caseras, tienen suficiente poder de cómputo para batir al 99.99% de los jugadores en todo el mundo pero aun así, el juego no está resuelto, como por ejemplo, en el caso de las damas inglesas.
Una pregunta que surge naturalmente en el aficionado es ¿qué estudiar? Con tanta información, libros, discos compactos, bases de partidas, etcétera, no parece haber una guía sencilla sobre qué es lo que debe hacer alguien que quiera a llegar a jugar bien. De hecho, la experiencia de muchos ajedrecistas es que estudian y no parecen progresar. Algo -piensan- deben estar haciendo mal y sí, la realidad es que el enfoque del ajedrez está siendo mal orientado.
Da la impresión que el problema está en cómo enfocamos el estudio. De hecho, el ajedrez queremos encasillarlo en temas como apertura, medio, juegos, finales, etcétera, de manera que pensamos que si estudiamos alguno de esos tópicos, nos volveremos expertos y punto, pero no es así.
La dificultad -me parece- tiene que ver con pensar en que el ajedrez puede estudiarse como una carrera universitaria, dividiendo en asignaturas el tiempo de estudio y entonces “hacer exámenes” (que sería ir a los torneos y jugar partidas para observar nuestros avances). La realidad es que el ajedrez parece ser más un oficio, en donde se empieza a progresar en la medida que uno juega partidas.
Al igual que la carpintería o quizás la natación, solamente se puede mejorar practicando y sí, en el ajedrez hay que entender una serie de cuestiones pero muchas de ellas pueden zanjarse jugando en torneos. De hecho, esto explicaría por qué algunos jugadores que estudian poco relativamente, mantienen cierto nivel de juego, mientras otros, que estudian mucho, no parecen progresar mayormente.
Desde luego que evidentemente se requiere disciplina y no es mala idea por ejemplo, dividir el estudio de los finales en los de torre, piezas menores, damas y peones. Cada tipo de finales parece tener sus propias reglas y no todas son aplicables genéricamente.
Pero aun así, más importante que hacer esta distinción entre los tipos de finales a estudiar, lo que importa es la disciplina con la que se estudia. Si trabajamos frente al tablero un par de horas por día, será mucho mejor que si estudiamos 10 horas el fin de semana. El cerebro aprende poco a poco y llega -misteriosamente- a conclusiones.
Por ello, mi recomendación es simple: vea ajedrez, estudie ajedrez, partidas de otros jugadores, finales, aperturas, posiciones del medio juego, táctica, etcétera, pero hágalo con constancia y par de horas por día (si le alcanza el tiempo para ello),. Eso le dará beneficios pero ojo, no de la noche a la mañana, sino quizás en 4 o 6 meses de trabajo intenso.
Una vez a Kasparov le preguntaron cómo se podía progresar en ajedrez si se tenía poco tiempo para estudiar. La respuesta del gran campeón fue ésta: “¿Cómo espera progresar si no dedica tiempo al estudio de forma cotidiana?”.
Extraido de: http://www.proceso.com.mx/
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