El
Turco fue una famosa farsa que simulaba ser un autómata que jugaba
al ajedrez. El Turco fue construido y revelado por Wolfgang von
Kempelen en 1769. Tenía la forma de una cabina de madera de un metro
veinte de largo por de profundidad y 90 de alto, con un maniquí
vestido con túnica y turbante sentado sobre él. La cabina tenía
puertas que una vez abierta mostraban mecanismo de relojería y
cuando se hallaban activados era capaz de jugar una partida de
ajedrez contra un jugador humano a un alto nivel. También podía
realizar el Problema del caballo con facilidad. Sin embargo, la
cabina era una ilusión óptica bien planteada que permitía a un
maestro del ajedrez esconderse en su interior y operar el maniquí.
Consecuentemente, el Turco ganaba la mayoría de las partidas.
Antes
de cada partida y para demostrar la soledad del muñeco pensante, se
abrían las tres puertas frontales y los dos cajones de la parte
inferior que tenía el gabinete. Los espectadores podían ver una
especie de complejo mecanismo de relojería formado por aceitados
engranajes y poleas que, supuestamente, eran los encargados de darle
vida al autómata.
Kempelen
tras enseñar las entrañas de su criatura pidió un voluntario de
entre el público para medir sus habilidades con las de su autómata
ajedrecista. El Conde Ludwig von Cobenz aceptó el reto, Kempelen dio
cuerda al autómata y la criatura pareció cobrar vida, entre ruido
de engranajes movió con su mano derecha un peón, el juego acababa
de empezar. La máquina desplegó un juego agresivo y rápido, y en
menos de media hora venció a su oponente.
El
Turco, como sería conocido a partir de entonces se convirtió en el
tema de todas las tertulias de Viena y las noticias de sus triunfos
se extendieron por toda Europa. Era mucho el interés que despertaba
y muchos los interesados en medir sus habilidades con él. Pero
Kempelen rechazó casi todos los retos, de esta manera en la década
siguiente a su debut el Turco sólo disputó una única partida y
Kempelen decidió desmontarlo, pues prefería dedicarse a sus
trabajos más serios sobre motores de vapor o máquinas capaces de
reproducir la voz humana.
Fue poco el tiempo de tranquilidad
para Kempelen, pues al poco de desmontarlo tuvo que volver a montarlo
por orden del Emperador Jose II que pretendía impresionar al duque
Pablo de Rusia durante su visita de estado. El duque quedó admirado
por la criatura mecánica y sugirió a Kempelen la idea de una gira
europea. Kempelen sin mucha ganas acabó aceptando y la gira que los
llevaría por París, Londres y Alemania comenzó el 1783. En París
jugaría con el que era considerado el mejor ajedrecista de su tiempo
Francois Andre Danican Philidor, al que por cierto fue incapaz de
vencer o Benjamin Franklin al que si que consiguió derrotar.
La
gira era un éxito rotundo, allá donde iban Kempelen y el Turco se
generaban un aluvión de artículos en panfletos y periódicos
tratando de explicar su secreto. Era un niño, un veterano de guerra
mutilado o acaso un duende? Pero como se iba a ocultar alguien dentro
si aparentemente no había espacio entre su maquinaría para nada más
grande que un sombrero? Tal vez por este motivo otros pensaban que el
operador no estaría en el interior sino en el exterior, detrás del
escenario o tal vez debajo del suelo, y que lo dirigiría a distancia
con unos cables muy finos casi invisibles. Pero tal vez el secreto de
todo era el magnetismo, un fenómeno todavía bastante desconocido,
tal vez sería Kempelen que con un imán en su bolsillo dirigiría
los movimientos del Turco. Pero otros más dispuestos preferían
aceptar que el turco era una máquina pensante
El
espectáculo del Turco era sin duda digno de contemplar, tras la
primera parte en la que desafiaba varios contrincantes empezaba una
segunda que consistía enresolver el Problema
del Caballo,
que completaba con una facilidad pasmosa comparada con las
dificultades que tenían hasta los grandes ajedrecistas de la época.
Pero aún quedaba una tercera parte del show si cabe aun más
sorprendente, el Turco respondía a las preguntas de los espectadores
mediante el uso de un tablero con letras, siendo capaz de hacerlo en
inglés, francés o alemán.
Sospechas
e incertidumbre
A
Kempelen se lo reconocía como un ingenioso inventor y un caballero
que "nunca pretendía que el autómata jugaba realmente por sí
mismo al ajedrez. Por el contrario, él claramente declaraba, «que
la máquina era una bagatella, que si bien no dejaba de tener mérito
su mecanismo, los efectos que parecían tan maravillosos sólo lo
eran por la audacia de la concepción, y la elección afortunada de
los métodos adoptados para promover la ilusión.»" [Sir David
Brewster, Letters on natural magic addressed to Sir Walter Scott.
Harper & Brothers Publishers, 1870].
Aún
así, desde la aparición del legendario Turco se generaron dudas
acerca de su real funcionamiento. Téngase en cuenta que ya se habían
inventado y expuesto notables maravillas mecánicas que no hacían
impensable la posibilidad de un autómata con las características
del invento de Kempelen.
El
secreto
Mecanismo
del autómata. El secreto del Turco se encontraba en la naturaleza
plegable de los compartimentos dentro de su cabina y en el hecho de
que los mecanismos y un cajón de la cabina no se extendían hasta la
parte posterior, donde se encontraba un tablero de ajedrez
secundario, que el operador usaba para seguir el juego. El fondo del
tablero principal tenía un resorte bajo cada escaque y cada pieza
contenía un imán. Este intrincado sistema permitía al operador
saber que pieza había sido movida y dónde. El operador hacía su
movimiento mediante un mecanismo que podía encajarse en el tablero
secundario, indicando al maniquí donde mover.
El
Turco Maravilloso Engaño
Pero
la verdad es que el aparato de Von Kempelen era un fraude a medias,
el autómata era de cualquier manera un milagro técnico, el tipo que
se escondía en la caja disponía de los engranajes para que el brazo
del Turco tomara la pieza correcta y la moviera a la perfección, eso
ya implicaba un gran mérito, pero, ¡bueno!, no había una
computadora que jugara al ajedrez, solamente la parte automática era
un brazo que tomaba piezas y la depositaba en un lugar determinado,
determinado por el tipo que estaba adentro.
Vuelta
al ruedo
Kempelen
moriría a la edad de 70 años en 1804, lo que permitió al turco
descansar de tanta exhibición hasta que su hijo decidió vendérselo
a Johann NepomukMalzel, un músico bávaro inventor del metrónomo
(bueno más bien robó el diseño de otra persona). El secreto de su
funcionamiento fue bien conservado y pese a que muchos pensaban que
se trataba de un engaño, aún quedaba suficiente misterio para
permitir al Turco continuar sus giras. Fue durante esta época cuando
el Turco jugaría su famosa partida con Napoleón. También jugaría
con Charles Babbage, un pionero de los ordenadores mecánicos, que
aunque no estaba seguro de como, siempre creyó que era manejado por
un humano.
Más tarde Malzel
vendería el autómata a Eugene de Beauharnais, el Príncipe de
Venecia y Virrey de Italia, pagó por él 3 veces más de lo que
Malzel había pagado al hijo de su creador, tal era su interés por
conocer el secreto. Aunque más tarde Mazel se lo recompraría y se
llevaría la máquina a Paris, donde la mejoraría añadiéndole la
capacidad de decir "jaque". En 1826, tras pasar por Londres
y acosado por las deudas contraídas Malzel decidió probar suerte en
Estados Unidos.
En Estados Unidos
la gira del Turco fue otro gran éxito y duró más de una década,
así que decidieron probar suerte en Cuba, como primera parte de un
tour por Hispanoamérica. Mientras se hallaban allí el secretario de
Malzel murió y la gira se suspendió. Podría ser el secretario la
persona que realmente movía los hilos del turco? Y fue la muerte de
este la verdadera causa de la anulación de la gira? En su viaje de
vuelta a Estados Unidos Malzel se dedicó a beber en su camarote,
hasta que fue hallado muerto.
El
turco acabó en manos de una amigo de Malzel, que fundó un club con
el fin de hacerse con el autómata. A cambio revelaría el secreto
del Turco a los miembros de dicho club. Sin Malzel el espectáculo
del Turco no volvió a ser lo mismo, el nuevo propietario no tenía
el mismo don para el espectáculo y acabó donándolo al Museo Peale
de Baltimore, dónde acabó sus días arrinconado en una de sus
salas. Hasta que el día 5 de Julio del 1854 durante el gran incendio
de Filadelfia el autómata fue pasto de las llamas. Mitchell el amigo
de Malzel que se hizo cargo del Turco tras la muerte de este, creyó
oír entre las llamas la voz de su amigo el Turco pronunciar por
última vez "jaque, jaque".
Grandes
Ajedrecistas
No
hubo niños, enanos ni amputados. Sí existieron verdaderos
ajedrecistas que operaron la gran ilusión de Kampelen durante
décadas. Al menos 15 maestros de ajedrez participaron de este
engaño, entre ellos: Jacques Francois Mouret(1780-1837),William
Lewis (1787-1870), William Schlumberger (1800-1838), Hyacinthe
HenriBoucort (1765-1840),Aaron Alexandre(1765/68-1850),Peter Unger
Williams, W. J. Hunneman, Johann Baptist Allgaier (1763-1823) y
William F. Kummer.