Sobre la rambla para que miles de paseandores lo vislumbren desde lejos, un enorme cartel promociona la decimoprimera edición de esta fiesta nocturna que todos los años vivimos en la costa montevideana.
Y por tercer año consecutivo, los tableros se suman y aportan lo suyo.
Al arrancar, cuando el reloj marca las 19 horas, las mesas se hacen presentes y casi de forma inmediata ya comienzan a aparecer manos tan sabedoras como entusiastas que se dejan llevar por el noble juego, como también las principiantes que aprovechan este momento para entrar por vez primera en este mundo milenario.
Bajo el sol que aún brilla, con brisa templada, con intensa luz natural....
Las horas pasan y se acercan amigos que el tablero nos ha regalado y se mezclan con los nuevos que la feria nos da el gran gusto de conocer.
El sol dijo adiós ya hace rato, los focos se encendieron, la vista cambia, la belleza jamás decae.
Los tableros siguen atrayendo gente con un poder que aún se desconoce de donde proviene, las sillas siempre resultan escasas, y cuando el reloj marca que el día dijo basta, y al trasponer la aguja el momento justo en que hará comenzar uno nuevo, la magia del encuentro se apaga, y cual retirada de murga carnavalera se le pianta un lagrimón que corre por su mejilla gritando a los cuatro vientos la promesa de volver.
Y se volverá.......siempre que el clima lo permita a las 19 comienza la fiesta!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Solo publicamos comentarios firmados con nombre y apellido.