Las puertas del Teatro que le ha dado un gran impulso cultural al barrio estarán cerradas.
Estamos en verano, el clima en la mañana invita a hacer actividades al aire libre y si bien dentro del recinto restaurado tan prolijamente por el gran trabajo de los vecinos de la zona, está fresco, nada iguala al aire que se respira en esa zona privilegiada del barrio Malvín.
En su antesala decenas se juntan para degustar el amor por el tablero.
Los árboles dan sombra, los pájaros se animan a entonar algún trinar melodioso que acompañe a los pensantes que ejercitan sus neuronas sobre el gimnasio mental cuadriculado.
Si la naturaleza se dispone a entregarnos alguna cuota de calor más fuerte que la deseada, allí estarán las manos del gran Gonzalo que colocará previamente una lona de sombra para que absolutamente nada perturbe la magia que sábado tras sábado se crea en la esquina de Michigan y Decroly.
Allí estará Camilita que con sus 4 años comienza a dar sus primeros saltos sobre el bravo corcel que con movimientos extraños surca el tablero.
Los niños siempre, estando este club detrás, siempre los niños con nosotros, pero también los adolescentes que se animan y se acercan.
Y por allí Micaela que parece destinada a encontrarnos solo en los meses de verano pero que apuesta a esta vez quedarse con nosotros incluso hasta cuando vista de gorro y bufanda.
Y si del espacio de Malvín hablamos, los adultos no faltan a la cita.
Porque si algo ha formado este grupo es la heterogeneidad, de edad y de género.
Y para muestra ver en la imagen a Carolina y María Noel, sin que nada las distraiga del tablero.
Absolutamente todos formando un grupo en que la fraternidad y el mate amargo siempre dicen presente.
Se dice por ahí, que Montevideo se vacía en verano.
Quien va a la playa un fin de semana puede darse cuenta de lo contrario.
Si sos de los que te quedaste y querés ser uno más de esta barra sabatina que se junta sábado tras sábado bajo la sombra a divertirse y aprender, no lo dudes, a las 10.30 comienza la fiesta, no te lo puedes perder.
Excelente relato. Yo nací ahí, fui a la Experimental, mi madre todavía vive allí detrás del Club Malvín. Si voy un sábado a Montevideo me doy una vuelta seguro.
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