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jueves, 31 de marzo de 2011

La victoria no era la meta

Pocas jugadas alcanzaron para ver que las manos de Bernardo y Andrés se estrechaban en fraterno apretón con el cual consolidaban la división del punto en disputa.

Era la partida esperada, la que algunos fueron a presenciar en vivo, y muchos expectantes lo hacían desde sus domicilios.

Se preveía lucha, espectáculo, clase, maestría, vigor y talento durante la noche montevideana.

Duró poco.

En este tipo de desenlace queda por saber si el punto que se posaba sobre el tablero al iniciarse la partida, alguno de los contendientes tenía la intención de llevárselo entero, sin repartirlo.

En lo previo toda hacía suponer, aún después de escuchar las palabras de los brillantes ajedrecistas en nota expuesta en Tablero de Papel, que se iban a jugar el todo por el todo tras la victoria.

Lo posterior dejó la sensación, que las tablas dejaban plenamente conformes a ambos.

El torneo entra en su recta final, y solo queda por saber cual de los dos mantendrá su gran nivel expuesto hasta el presente, dejando lo menos posible por el camino y así coronarse como mejor oriental del año 2011 y recibir los merecidos aplausos el domingo 3 de abril cuando cierre el evento.

Toda la información del torneo pulsando aquí.

Algunas instantáneas de ronda nº 7.

 Martín Areán vs. Salvador Alonso

 Martín Crosa vs. Manuel Larrea

Sebastián Granara vs. Álvaro Guerrero



1 comentario:

  1. analicemos su juego, no entremos en su juego, el juego de los maestros es hacernos enojar, es decirnos elogios para que nos acerquemos a ellos, y hacer cosas para enojarnos, y tienen la capacidad de generarnos admiración, y se reconocen entre ellos, se muestran admirados y se elogian entre ellos, y se retiran callados dejándonos enojados y calientes,y sarandean el sartén que tienen por el mango y bajo su música nos mueven como en el MAMBO y pensamos que bailamos... pero no, ellos nos sarandean para separarnos, son a la vez que cultos y ordinarios, son seres humanos, son competidores con los de abajo y entre ellos se dan la mano, enseñan poco a los suyos, lo suficiente para adiestrarlos y les muestran un mundo que no va más allá de sus propios límites, compiten en equipo dentro y fuera del tablero, dan la cara jeteándo, y por cartas nos manosean indignos, detalles más detalles menos son unos amigotes sinverguenzas que se cantan mutuamente la canción de serrat y nada enseñan de estrategias de torneos... ganar a los de abajo, empatar a los de arriba, sin dejar pasar los regalos a sus compinches novatos, regalos calculados, regalos que se cobran, que van y vienen entre ellos, dejando entrar al novato a su juego solamente para humillarlo, como quién invita a un sincero a hacerle una broma pesada engañándolo, y se van a dormir satisfechos de los buenos resultados de sus manipulaciones descaradas, se sienten intocables... aún así no saben cuanto los amo, pues amo a mis enemigos tanto o más que a mis hermanos, es que soy cristiano, un santo cristiano, a sus corazones, a sus almas, hablo.

    pablo caravia

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