Luego de vaya uno a saber cuántos meses, el agua de las nubes mojó los pastos de la tierra, las baldosas de las veredas, el asfalto de las calles. A pesar de que lo llovido apenas sirve para hacerse ilusiones de lo que todavía falta por llover, el ánimo de un país atormentado (nótese la curiosa elección de esta palabra) ha cambiado. Y el de los ajedrecistas, ésos que hacen girar y calentar sus cerebros a tantas y tantas revoluciones por segundo, también se benefició del frescor que dejaron como resultado las referidas gotas en la segunda ronda del II Abierto La Proa.
Quizás el recambio de aire, quizás el entusiasmo de jugar contra rivales aparentemente superiores, haya sido lo que impulsó a los Fernández de las mesas 1 y 4 a obtener muy buenos resultados ante sus rivales.
En la mesa número 1 fue el representante del Club Cerro, Fernando Martínez Fernández, el que dio la nota y entabló con el máximo favorito del torneo, Jorge López Falcón, luego de llegar a un cerrado final de alfiles de distinto color. En la ronda anterior, Fernando había vencido a Miguel Llabrés. En la próxima ronda le tocará jugar contra Nicolás Soto con las blancas.
Charlando acerca del asunto, unos ajedrecistas que habían visto la partida se preguntaban si lo que motivó al impulsivo proísta fue el solo placer de torturar a su rival con lentitud y parsimonia (Nico sufrió, pero tuvo buenos y varios motivos para esperanzarse), si fue la maldad de obligar a quien crea y actualiza la base de datos del torneo a desangrarse los ojos transcribiendo los garabatos resultantes de dos planillas completadas por unos jugadores que hicieron cerca de treinta movimientos con dos minutos en el reloj, tal vez para demostrar que no necesita tres peones de ventaja, con uno le alcanza y sobra (así que los regaló los tres) o simplemente porque se puso nervioso, pero lo cierto es que tuvo a los últimos espectadores de la noche rodeando el tablero y esperando a que se decidiera a dar el zarpazo letal, que finalmente llegó.
Dejando de lado estas cuestiones metafísicas, el tigre de la ronda uno, Enrique Bell, no pudo continuar su racha de victorias inesperadas y fue derrotado por Marcel Blanchard. Enrique venía de aplastar a Tabaré Bustelo en la primera ronda (quien, por cierto, ha solicitado bye para el resto de las rondas) y a Santiago Bertucci en el Sub-2000, pero no pudo seguir con su juego de dominó ante un Blanchard que se le plantó firme y le hizo saborear los ácidos y fétidos (¿por qué no?) ingredientes de la derrota.
El salón, al igual que lo que sucede todos los lunes en el Sub-2000, fue colmado por varias almas amigas que nos visitaron, ya por motivos filiales, ya por motivos amistosos, ya por revelada conveniencia, y nos acompañaron durante un buen rato.
Entre ellos cabe destacar la presencia del padre de Alejandro Genta, que ya desde al I Abierto sigue de principio a fin las partidas de su hijo.
Daiana De León volvió a darse una vuelta y reclamó cierto material audiovisual de manos de un Sebastián Decuadro verídico y caballeroso, que cumplió su palabra de devolverlo a su legítima dueña en tiempo y forma.
Además, a pesar de que no vinieron el miércoles pero sí el lunes, queremos mencionar a las siguientes personas que estuvieron con nosotros: Rosa, la mamá de Andreína; Gonzalo Arrieta, jugador del Banco República, y la tenebrosa presencia de un gato negro que, con el antecedente de la gata del Modelo, él también se animó a pasearse apenas por unos instantes entre los pies de jugadores y acompañantes.
Excelente la manera de informar acerca de este importante torneo,y un hecho no menor:no me canso de destacar la actividad de Felisardo,que aún no jugando,le saca provecho a su intacto intelecto,demostrando una sabiduría y un temple excepcional,a pesar de su juventud.Un verdadero ejemplo de vida.
ResponderEliminarJorge