Madre de Hebert Pérez García (fuerte ajedrecista radicado en Holanda desde 1980 y dedicado al periodismo dentro del juego ciencia, además de ser Maestro Nacional de este deporte) y abuela de Fernando Bonilla, uno de los jugadores más competitivos de este época, ya por eso era noticia. Pero Oderay para los que tenemos memoria fue un pedazo de historia de nuestro ajedrez, como lo fuera Walter Estrada.
Con su gran amiga Rosita Appel en el Café Sportman competían largamente de tarde, ganándose una a la otra, pero siempre dentro de gran cordialidad. Cuando el ajedrez femenino comenzó a florecer Oderay estuvo al firme y jugó cuanto torneo uruguayo en esa especialidad se presentó. Pero algo siempre la destacó y fue su bonomía, era buena y parecía buena, perdiera o ganara siempre despertaba simpatía a quienes se acercaban a ella.
Hoy se cierra un capítulo en este mundo y se abre otro, desde donde con sus ojos mansos estará viéndonos a quienes jugamos al ajedrez en este Uruguay querido.
Pedro Lamas Baliero.-
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