Pieza, peón y Caballero.
El terco deseo de quienes soñamos con el regreso del Horacio que
conocimos, se trunca para siempre y un infame sentimiento de
impotencia y vacío nos asfixia.
Los ajedrecístas extrañaremos a un Gran Maestro de la vida, que enseñó
solidaridad y generosidad.
Solidaridad bien entendida, no dando lo que
le sobraba, sino compartiendo lo que poseía. Generoso en lo más noble,
en el conocimiento impartido a manos llenas.
Nos deja su Club, nos deja sus gurises, sus hijos sanduceros del
tablero, a quienes amó y dio tanto sin pedir nada.
Nos deja el orgullo de sabernos una pequeña parte de sus afectos y de
reconocernos entre sus discípulos.
El incansable, calentón, cabezadura y entrañable compinche de tantos
inolvidables momentos se va, y ni siquiera pudimos darle un beso o un
abrazo.
El ajedrez uruguayo tiene pieza de menos y me es muy difícil encontrar
compensación por semejante pérdida.
Hasta siempre querido Horacio.
Hipo.
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Palabras justas y exactas para resumir la siembra de Horacio en la vida.
ResponderEliminarLo único que me atrevo a agregar es que aún con una pieza de menos no abandonen la partida, porque él no lo hubiera deseado.
Un abrazo y gracias por las buenas palabras para mi hermano.
Dardo Arevalo