Pero solo en el resultado deportivo.
Más allá del punto en el tablero, reconocemos lo muy buen anfitriones que resultaron los amigos académicos, ya que a pesar de ser tantos, del espacio quedar justo y sin sobrar nada, nos sentimos como en casa, con una calidez humana de cada uno de sus integrantes que fue sencillamente espectacular.
Ahí estamos nosotros, quienes se pusieron la camiseta proísta en esa noche templada de invierno, de izquierda a derecha: el siempre de mano abierta para ayudar Enrique Bell, el terrible compañero Miguel Tabárez, la estrella juvenil y actual campeón uruguayo sub-12 Manolito Ciganda, Miguel Llabrés, el novel profesor y gran colaborador Alfonso Figueroa, el profesor del Pueblo Alberto Moratorio, el trío tejano ahora siendo unos más en el barquito de la Unión, Jorge López, Luisito Sanguinetti y Gonzalo Muniz, el serio competidor Salvador Salgueiro, el jugador más grande del club, Carlitos Cano, el descalabrador ahora integrado al mundo informático Leonardo Ponce, el reciente contador Horacio Savino, el vecino que cada vez más se une a la barra y se siente uno más de nosotros Nicolás Gómez, el simpático ingeniero Javier Marrero, el recuperado "nono" de la barra, octogenario él, Guaymirán Oppa, el que fuera en algún tiempo el orillero más conocido Aldo Cabrera, la dama del equipo Noelia Casas, el uno de las computadoras Toñito Fernández y cierra la foto el gran tipo como lo es Renzo Cordero.
Y aquí los integrantes de la Academia, y como tal, estudiosos, y como tal, fuertes en el tablero.
Pero como siempre, grandes muchachos que en un clima de total camaradería se fundieron en un abrazo con la gente del barquito para dejar este día como uno muy lindo en la historia de ambos clubes, y que solo será el primero, porque la revancha se quedó flotando en el ambiente.
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Continuará....
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