El viaje desde el aeropuerto de Porto Alegre hasta Bento Concalvez duró una hora cuarenta minutos, y ahí todo el cansancio acumulado en los cuerpos de los viajeros se hizo sentir, y los ojos por unos minutos dijeron basta y se cerraron delicadamente para dormir plancenteramente durante el viaje.
Y el sueño venció a todos, menos a la gran campeona Camila que jamás pudo cerrar sus ojos, siempre al firme con su permanente sonrisa.
Y el sueño venció a todos, menos a la gran campeona Camila que jamás pudo cerrar sus ojos, siempre al firme con su permanente sonrisa.
Finalizado el viaje, y antes de llegar al hotel que nos iba a cobijar, nos dijeron que descendieramos en el Hotel en el que se iba a jugar el evento para hacer las inscripciones correspóndientes y almorzar para reponer las energías derrochadas durante el viaje.
Ahora la pasión llegó al hall del Hotel, donde ya se sumó a la barra el demonio doloreño
Las tres niñas se alimentan como es merecido: Camila - Joy - Candelaria, en una mesa tan alegre como conversada.
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