Carlos Ferrari, serás leyenda

Ha quedado un hueco en la esquina de 18 de Julio y Convención. El exponente más emblemático del ajedrez callejero de Uruguay se jubila y, con él, se cierra una etapa que duró 40 años.

Carlos Ferrari

Carlos Ferrari o "Carlitos" para la mayoría de la comunidad ajedrecística uruguaya dejó esta semana el mítico kiosco de diarios y revistas que cumplió las verdaderas funciones de club de ajedrez desde 1978, cuando Ferrari sacó una mesa, puso unas piezas y empezó a jugar con amigos y desconocidos.

Por el "kiosco de Ferrari", oficialmente llamado "Kiosco Los gurises del ajedrez", pasaron miles de personas que jugaron decenas de miles de partidas de ajedrez y compartieron otras tantas jornadas, hiciera frío, calor o incluso lloviera.

Dos de las grandes personalidades que Ferrari recuerda son el fallecido presidente venezolano Hugo Chávez, que se paró con su comitiva a ver cómo jugaban en el kiosco, y al excampeón del mundo búlgaro Veselin Topalov, que en 2013 jugó una muy recordada partida amistosa con Ferrari que terminó en unas rápidas tablas.
En los últimos días Carlos y la historia de su kiosco han sido noticia en todos los medios masivos de comunicación, desde Canal 10, el diario El País, FM Del Sol y el portal de noticias 180, donde se han interesado ampliamente por conocer su historia.

Nota de El País

El futuro del kiosco de Ferrari ya está en manos de otra persona, que según contó Carlos ha decidido no mantener la tradición ajedrecística.
Sin embargo, Carlos y "los gurises del ajedrez" están en conversaciones con el cercano local de La Pasiva para instalar un puesto permanente de ajedrez donde continuar con la cultura del ajedrez callejero.

Entrevista a Carlos en Del Sol
Nota en portal 180

La última partida jugada por Carlitos fue contra Ismael Arias, conocido bailarín del Sodre que desde hace un tiempo es un entusiasta del ajedrez y venía siendo un frecuente en el kiosco. Ferrari perdió esa partida pero, por supuesto, quedó como un dato anecdótico más de esta despedida.

El mítico tablero y las piezas se las llevó un viejo conocido del kiosco, José Albino, que las tiene en su custodia hasta tanto no se defina un nuevo espacio oficial para el templo sin paredes del ajedrez montevideano.