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viernes, 31 de julio de 2015
Preciosa poesía de ajedrez
“Al ajedrecista, su ingenio lo asista.”
El juego maestro,
mágico ajedrez,
piezas de alabastro
tienen altivez.
Monarca la clave,
la reina lo sabe,
dos torres gemelas
serán sus estrellas.
Alfiles gloriosos,
poder con caballos,
peones enjundiosos
son grandes vasallos.
Partida de Dioses,
humanos sin poses,
en terso tablero,
partiendo de cero.
Con la inteligencia
de su quintaesencia.
usar el cerebro,
¡la mente celebro!
Ir multiplicando,
un ocho que brega,
por ocho ganando,
cual buen estratega.
Son sesenta y cuatro
casillas alternas,
blancas que idolatro
mis negras fraternas.
En toda apertura
fuera la premura,
no desesperar,
pensar al actuar.
Estar concentrado,
bien posicionado,
evitando craso error,
ese “mate del pastor”.
Quien tiene talento
debe de triunfar,
el que estudia, atento,
no puede fallar.
Saber defender,
la meta es vencer;
luego, al atacar,
tacto destacar.
Ver para adelante
al retroceder,
practicar variantes,
nunca hay que ceder.
La dama preciosa,
grácil mariposa,
móvil, intuitiva,
a victoria aspira.
Táctica, estrategia,
perspicacia regia,
férrea iniciativa
rivales cautiva.
Emplear la conciencia,
bizarra experiencia,
el Rey proteger,
para no perder.
Respetar el tiempo,
sabio pasatiempo,
reloj, porque somos . . .
aliados de Cronos.
Tablas, fiel madera,
contrarios modera,
que no haya encono,
si llega abandono.
Enroque, gambito,
a triunfar te invito,
lograr jaque mate
al fin del combate.
Apretón de manos . . .
torneos de hermanos,
sin suerte, ni azar,
competir, gozar.
Ante la derrota,
alma queda rota,
tendrá que ser digna
para esta consigna:
Jugador de ciencia,
deporte y paciencia,
cuadrado fue cancha,
¿aceptas revancha?
Los Clubes formar,
la Unión afirmar,
¡por siempre ajedrez,
. . . para la niñez!
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
México, D. F., a 13 de octubre del 2008
Las Excusas en Ajedrez
Entre los innumerables beneficios de la práctica del ajedrez para niños y adultos vamos a mencionar un punto bastante importante en este artículo. Hablaremos del sentido de la responsabilidad y de cómo una persona responsable debe ser capaz de asumir sus errores. Al contrario que en otros juegos o actividades, en el ajedrez el jugador es el único responsable de la derrota, y no se puede repartir entre varios jugadores la responsabilidad de la derrota. Tal vez por eso sea a veces tan duro digerirla.
En los torneos de ajedrez de niños, con mucha frecuencia vemos a algún niño llorando y excusando su derrota en alguna razón que nada tiene que ver con los errores cometidos.
“Me dolía la cabeza” o “Mi rival me ha puesto nervioso”, son algunas de esas razones que los niños dan tras sus derrotas en una partida de ajedrez. Por supuesto que en ocasiones puede ser así, pero aquellos que siempre recurren a razones ajenas a sus propias decisiones en el tablero, es probable que estén escudándose y no sean capaces de afrontar la derrota y asumir sus errores.
Como decía en la introducción, una persona responsable sabe asumir sus errores y, por tanto, es capaz de evitarlos en el futuro. Este es uno de los grandes beneficios del ajedrez: hace a las personas más responsables y enseña a asumir los errores y aprender de ellos. Normalmente las razones de una derrota deberían ser de este tipo:
“He cometido un error de cálculo” (y por lo tanto debo trabajar en esa dirección)
“No entendía la posición que he alcanzado en la apertura” (y por lo tanto debo comprobar cómo se debe jugar en esa posición, o quizás incluso deba replantearme mi repertorio de aperturas)
“Me he quedado con poco tiempo y en los apuros me he equivocado” (por lo tanto hay que evitar los apuros de tiempo, sobre todo en el caso en que ocurran con mucha frecuencia.
Los padres de los niños que juegan al ajedrez y compiten en torneos deberían tener cuidado de no alentar las típicas excusas que un niño puede dar tras una derrota en una partida de ajedrez, en el caso de que éstas sean recurrentes. Para encontrar los verdaderos motivos de una derrota puede entrar en juego la figura de un monitor o entrenador de ajedrez, pero también hay que señalar que los ajedrecistas que no cuenten con uno, deberían tratar de hallar las razones de la derrota mediante el análisis de las partidas de ajedrez disputadas.
Recuerdo como una vez cuando tenía 15 años, estado muy afligido tras perder una partida de ajedrez, me acerqué a Julio Ferrer, excepcional monitor de ajedrez de Granada. “Has perdido, ¿verdad?” me preguntó y tras mi asentimiento comentó: “tranquilo, eso sólo pasa las 10.000 primeras veces...luego te acostumbras.” Pues sí. La derrota forma parte del ajedrez y de la vida y hay que aprender a desdramatizar.
Olvidémonos de las excusas, desdramaticemos las derrotas, y seamos responsables y asumamos nuestros errores.
Nota extraida de: capakhine.es
miércoles, 29 de julio de 2015
El 7ª sub-1800 se acerca está muy cerca.- nueva lista
1º y de agosto, más precisamente el próximo fin de semana, se estará disputando una nueva edición de los torneos sub-1800.
José Centurión
Miguel Tabárez
Miguel Llabrés
Freddy Fernández
Aniel Carnebia
Enzo Messonez
José Enrique Moreno
Joaquín Decía
Joaquín Delfino
Sofía Podestá
Federico Bogao
Leonardo Cucchi
Mathías Espíndola
José Luis Pérez
Manuela Pérez
Gastón Beltrán
Marcos Beltrán
Sofía Hambeck
Francisco Davies
Ignacio Canabal
Luis Pintos
Pablo Leites
Luca Ferrari
Ximena Mercader
Fabiana López
Sofía Roepke
Facundo García
Fernando Casco
Felipe De León
Esteban Valdéz
Rocio Hambeck
Recordamos detalles:
Lugar: Club Tito Frioni.- Anzani 1910, a pocas cuadras de Avenida Italia
Juez: Javier Gilmet
Costo: $300
inscripciones: ajedrezlaproa@gmail.com
horario de partidas:
1ª.- sábado 11.15 hs
2ª.- sábado 13.45 hs.
3ª.- sábado 16.30 hs.
4ª.- domingo 10.00 hs
5ª.- domingo 13.00 hs
La lista de amigos que nos acompañarán en esta oportunidad sigue creciendo, y está a la espera que unos cuantos dejen sus dudas y se deciden a sumarse.
Vamos, serán dos días muy disfrutables!
José Centurión
Miguel Tabárez
Miguel Llabrés
Freddy Fernández
Aniel Carnebia
Enzo Messonez
José Enrique Moreno
Joaquín Decía
Joaquín Delfino
Sofía Podestá
Federico Bogao
Leonardo Cucchi
Mathías Espíndola
José Luis Pérez
Manuela Pérez
Gastón Beltrán
Marcos Beltrán
Sofía Hambeck
Francisco Davies
Ignacio Canabal
Luis Pintos
Pablo Leites
Luca Ferrari
Ximena Mercader
Fabiana López
Sofía Roepke
Facundo García
Fernando Casco
Felipe De León
Esteban Valdéz
Rocio Hambeck
Entrevista a Hugo Spangenberg, campeón Argentino que vuelve a la competencia
–¿Cómo es que decidió volver a la competencia?
–En una entrega de premios en Villa Martelli, les dije a otros ajedrecistas que me avisaran si había algo para volver a jugar y me contaron que justo estaba la Copa Mercosur en el Cenard. Decidí ir y jugar. Eso no quiere decir que volví ni que me quiero poner competir. Pero veremos.
–¿Se sintió cómodo frente al tablero después de tanto tiempo?
–Al comienzo jugué razonablemente, bien los planteos. Mi nivel de aperturas es cero, ya era malo cuando dejé de jugar y ahora es cero total. Antes, en primera rueda te tocaba uno, vos ibas, movías y le ganabas, ahora todos saben, está la computadora, se te preparan y es más complicado. Yo no había estudiado, estaba como se dice en bolas, me senté y dije “que Dios me ayude”. Tuve un muy mal final en el torneo. Me sentí saturado, mi cabeza no carburaba bien, me sentía fuera de ritmo.
–¿Qué significa para usted el ajedrez en la actualidad?
–Es un poco de todo. El ajedrez fue mi vida, lo tengo ahí arriba. Pasé 22 años jugando y llegué a algo razonable. Si hoy me preguntás si disfruto, la respuesta es no. Lo miro por Facebook, miro los diagramas, las partidas, no hago más que eso. Sobrevivir del ajedrez no quiero. Conocí otras cosas, necesitaba cambiar de ambiente. El ajedrez es un ambiente cerrado, bohemio. El ajedrecista es una persona rara, yo tenía claro que quería otra cosa, tener una familia, hacer algo más.
–Usted, como muchos ajedrecistas, comenzó a jugar de chico. ¿Qué análisis hace ahora de esa experiencia?
–Al igual que en otras disciplinas, la carrera del ajedrecista profesional suele comenzar en una edad muy temprana y no hay un momento concreto en el que el niño elija, adultamente, que quiere o no dedicar su vida al juego-ciencia. Cuando uno es chico, juega al ajedrez como un hobby. Y es sabido que hace muy bien, que es un buen ejercicio para la cabeza, para la toma de decisiones, la evaluación. Yo recomiendo el ajedrez para las escuelas. Para los chicos es excelente.
–Pero una cosa es jugar y otra competir, ¿no?
–Si lo tomás como un hobby es una cosa y si lo tomás como profesional, empieza ya a tener presión, y deja de ser divertido. Yo lo disfruté mucho porque era chico. Me encontré con que ganaba, que jugaba un torneo con doscientos tipos y me tocaba un GM y le ganaba, y me parecía raro. Tenía cincuenta tipos alrededor de la mesa mirando. No entendía nada. Lo disfruté, pero me perdí la parte de la adolescencia, salir y esas cosas. Fue difícil, me la pasaba viajando. El ajedrecista vive en su mundo, prefiere quedarse con la computadora, o un tablero, con un libro, o jugando partidas rápidas, antes que salir a la noche con sus amigos. Las prioridades y las ganas son otras. Yo lo tomé con profesionalismo.
–¿Y cómo fue ese camino? ¿Fluido?
–Se dio solo. Fue paulatino. A medida que vas mejorando te vas dando cuenta de cosas. Cuando tenía 13 años, jugué el Mundial de Puerto Rico y terminé compartiendo el tercer puesto. El torneo lo gana Topalov, segundo queda Kramnik. Después estaba Almasi. Una tanda de jugadores que después fueron top, y estábamos de igual a igual. Topalov me gana una partida muy rara; a Kramnik le gano, y pierdo con Almasi. Jugaba más o menos parejo con ellos en ese momento. Incluso un entrenador ruso habló con mi mamá y conmigo, para entrenarme por dos años con la promesa de que podía ponerme entre los diez mejores del mundo. No me cobraba nada, ni para viajes ni para los torneos, y nos pedía un porcentaje de todo lo que yo ganara. Era un decisión difícil, y dije que no. Tenía que dejar el país, la familia. Además, yo miraba a los mejores del mundo, estaban Kasparov y Karpov, hasta ahí todo bien, pero después veía a Kamsky, Short, Ivanchuk, y yo me decía “no quiero ser como ellos”. Kasparov y Karpov ganaban fortunas, pero el resto no. Y para terminar loco como ellos, la verdad que no. Seguí jugando acá, ganando torneos en mi categoría. Gané el Campeonato Argentino y me di cuenta de que para el nivel de acá estaba bien.
–¿Es cierto que usted no tiene una formación clásica?
–Soy la persona que menos sabe de historia de ajedrez y que conoce menos partidas. Si me preguntan quién fue campeón mundial en tal época, ni idea. No me acuerdo. Fischer, Spassky, quién fue, cómo jugó. Te puedo decir cómo ganó Karpov una partida, pero nada más.
–¿Quiere decir que se puede prescindir de lo clásico?
–Creo que hoy lo clásico no sirve para nada. A mí no me interesó estudiarlo, quizás me equivoco. Con la computadora está todo estudiado. La computadora te “bate” todo.
–¿Hay algún condimento por fuera de lo estrictamente teórico que hace que un campeón no forme parte del montón?
–El gran campeón no va a ganar con estudio. Con un poco de talento puede llegar a un 2700/2750 de Elo, pero no va a ser Campeón Mundial si no es un genio y tiene un talento que lo destaque. Ya Carlsen (actual número uno del mundo) tiene gran talento, pero después te gana con la mínima. No lo conozco mucho, pero por lo que pude ver, te va manejando, te juega, te juega, hasta que cometés una imprecisión y te liquida.
–¿Esa actitud ganadora es innata o se desarrolla?
–Yo creo que es talento acompañado con estudio. Carlsen tiene un estilo a lo Karpov, que es fenomenal. El estudio sirve, pero antes podías ir con “el pecho”, era diferente, más lindo.
–¿El perfeccionamiento teórico con ayuda de los programas de computadora anula la parte más humana del juego?
–Estoy convencido de que el ajedrez tiene que cambiar y hacerse Fischer-Random (variación del ajedrez en el que se sortea la posición inicial de las piezas). ¡Basta de estudiarte todo! ¡A mover! Te ponemos el caballo acá, el alfil acá y a jugar, así vas a ver quién es el mejor. Ahora con la computadora te dicen “tendrías que haber hecho eso, esto y esto”.
–¿Cómo ve el estado del ajedrez argentino hoy?
–Muy bien, estuvo muerto muchos años pero ahora salió una camada de chicos nuevos. El ranking no dice mucho porque hay inflación. Antes a 2700 Elo no llegaba nadie y ahora tenés cincuenta tipos más o menos. El 2600 que tiene Mareco ahora, que no desmerezco, no es el mismo 2600 de antes. Yo había llegado a 2570 en un aluvión de racha y me bajaron de un hondazo. Difícil de mantener. Sería un 2650 de hoy. Son épocas diferentes.
–¿Y Alan Pichot?
–A Pichot lo conocí ahora. Lo comparo conmigo. Soy yo en chiquito, por cómo habla, cómo juega, cómo plantea las partidas, cómo las lucha. Te vuelve loco. Si estudia le va a ir bien. No tiene que agrandarse, los laureles son difíciles de llevar. Es chico, ganó un torneo, nada más. Uno puede estar iluminado. Ahora, él tiene nivel para que le vaya bien.
–¿Qué puede decirnos de la partidas que jugó con Kasparov y con Karpov?
–A Kasparov le gané una partida en la Bolsa de Comercio, en veintipico de jugadas. Cuando termina la partida tiene un peón de menos nada más, pero la ventaja posicional es tan grande que decide abandonar. Y me da la mano. Yo me pongo de pie y quien manejaba los resultados me hace una seña como corroborando que fue un empate, y yo le digo “no, le gané”. El tipo no quería poner que Kasparov había perdido. Pasaron varios minutos hasta que lo anotó, apareció en el tablero mural y todos me aplaudieron. Con Karpov jugamos un match a media hora, finish total. Me gana bien la primera, le gano la segunda, una partida rara, una Caro Kann, creo. Era raro, había dos mil personas mirando. Cuatro a cero era feo, pero él era Campeón Mundial a media hora, algo tenía que hacer. Gané una. La segunda estaba ganada, y perdí dos con negras.
–¿Pese a haber jugado a gran nivel, no se le dio por enseñar?
–Yo no sé enseñar. En una época para ganar plata di clases, pero me di cuenta de que no tenía paciencia y la persona no aprendía. No soy didáctico. Son caminos diferentes. Jugar bien no significa saber enseñar, y un buen profesor puede no ser un buen jugador.
Nota extraida de: http://www.pagina12.com.ar/
martes, 28 de julio de 2015
Ranking ELO, origenes
Arpád Elo, le dio nombre al ranking del ajedrez. |
Elo no es, como muchos en el propio ambiente del ajedrez suponen, una sigla que designa la técnica de esa medición sino simplemente el apellido de su inventor. Arpád Elo fue un físico húngaro radicado en Estados Unidos, además de un talentoso jugador de ajedrez que ganó ocho veces el torneo de Wisconsin, ciudad donde residía. Antes de que lo adoptara la FIDE, el sistema Elo ya era empleado por la federación de Estados Unidos. La compleja forma matemática propuesta por el húngaro permitió construir una suerte de mapa mundial de la práctica del juego, en el que cualquiera de sus cultores –con la sola condición de jugar un torneo reconocido a esos efectos por su federación nacional– puede estar incluido. Son más de 200 mil los ajedrecistas que figuran en el ranking de la federación internacional. El sistema consiste básicamente en establecer matemáticamente una expectativa de puntos para cada jugador que disputa un torneo, sobre la base de evaluar su desempeño en torneos anteriores: si supera las expectativas sube en el ranking y lo contrario ocurre si está por debajo. Es decir que un fuerte jugador puede ganar un torneo sin que eso mejore su Elo, por el simple motivo de que juega contra rivales con Elo más bajo. La importancia del Elo para la práctica del ajedrez a todos los niveles es enorme. Al establecer una pauta objetiva del propio rendimiento permite a cada uno de sus practicantes, a partir de la práctica más elemental, medir sus fuerzas y valorar su evolución; cualquiera que juegue al ajedrez, aun cuando lo haga en los hoy muy desarrollados y masivos clubes virtuales de la disciplina, sabe el tipo de motivación competitiva que esa evolución produce. Por otro lado, la disminución del grado de arbitrariedad en la asignación de valores y posiciones para cada jugador democratiza hasta cierto punto el acceso a niveles de competencia superior.
La fórmula permite también incorporar al ranking a jugadores de otras épocas, sobre la base de los registros conocidos de su participación en torneos. Este es un punto particularmente polémico porque se intenta situar en la misma tabla de posiciones a maestros que jugaron en épocas muy diferentes de la evolución del juego, lo que claramente perjudica la evaluación de quienes compitieron en años anteriores. La diferencia de escalas técnicas entre los desempeños que se comparan creció de modo exponencial en los últimos años con el uso ampliamente extendido de las computadoras como fuentes de datos y difusoras masivas de la teoría y la práctica magistral del ajedrez. Los resultados concretos de la aplicación del Elo como pauta comparativa son, por dar un ejemplo, que el mencionado Fischer, para muchos el mejor jugador de la historia, figuraría en el cuarto lugar del actual ranking FIDE. Es muy meritorio poder pensar a los grandes personajes de la historia en medio de nuestra experiencia actual, pero esto no pasa de una cierta aproximación a la realidad. En ajedrez seguirá ocurriendo como en el fútbol y en otros deportes populares: seguiremos discutiendo si Capablanca era mejor que Carlsen, del mismo modo que discutimos sobre Maradona, Pelé y Messi.
La clasificación de la FIDE está organizada en 18 categorías que abarcan desde el principiante (menos de 1400 puntos) al súper maestro y candidato al título mundial (2800 y más puntos). Encabeza el ranking el actual campeón mundial Magnus Carlsen con 2853 puntos. Según calificadas opiniones, el riguroso nivel de segmentación en la evaluación de las capacidades competitivas tiene como efecto negativo la generación de una élite ajedrecística más cerrada que nunca: los más poderosos son cada vez más renuentes a participar en competencias abiertas a jugadores de bajo ranking, porque lo consideran un riesgo innecesario para su calificación. Así y todo siguen existiendo torneos que obligan a enfrentarse a jugadores de ranking marcadamente diferente; el principal de estos eventos es la Olimpíada de Ajedrez, que suele aparear, sobre todo en las primeras rondas, a miembros de la élite con jugadores de nivel considerablemente menor. Esto permite incluso curiosidades como la derrota de Anand, quien en la copa del mundo de 2001 tenía 2797 puntos de Elo y perdió ante un casi desconocido MI francés Olivier Touzane, que tenía 400 puntos menos de Elo (2382). Sin embargo, el hecho de que ocurran estos batacazos no permite sostener el mito muy generalizado de que cualquiera puede ganarle a cualquiera. Es muy curioso, pero nadie en su sano juicio pensaría que cualquier chico que empieza a jugar al tenis puede ganarle un partido a Roger Federer y sin embargo abundan quienes creen que, como el ajedrez depende del intelecto y no del estado físico, puede ocurrir eso mismo en una partida del campeón mundial Carlsen contra cualquier principiante. Justamente el Elo es una valoración estadística: establece que si un aficionado de buen nivel jugase 100 partidas contra él es altísimamente probable que no consiguiera siquiera un empate. El ajedrez no es solamente talento e inspiración; intervienen centralmente la técnica y el cálculo y eso hace que, a través de la práctica pueda establecerse con bastante aproximación las probabilidades del resultado entre dos jugadores. Por otro lado, aunque pueda reconocerse la tendencia generada por el sistema clasificatorio a un progresivo cierre de las élites a la competencia fuera de sus estrechos límites, no pueden ignorarse las grandes ventajas de su utilización ni ignorarse las injusticias del sistema que existían antes de su implantación. En la designación por la FIDE de grandes maestros y maestros internacionales, práctica que se inauguró en 1950, se mezclaban elementos objetivos de evaluación con la porfía política entre las federaciones para nombrar a sus propios representantes.
En la primera lista de grandes maestros internacionales (la máxima categoría) estuvo presente el ajedrez argentino: Miguel Najdorf, patriarca del juego en nuestro país, fue uno de los designados. Actualmente, una tabla de Elo por países que publica la FIDE (basada en el promedio de Elo de los 10 mejores jugadores de cada país), ubica a la Argentina 27ª del mundo, primera de Sudamérica y segunda de Latinoamérica después de Cuba. Para valorar el lugar de nuestro país hay que considerar que la disolución de la Unión Soviética y de Yugoslavia aumentó considerablemente la cantidad de países cuyo ajedrez cuenta con grandes tradiciones y una gran fortaleza actual, lo que tiende a relegar en la clasificación a algunos que, como el nuestro, supieron figurar varias veces entre los mejores en varias olimpíadas (llegamos a ser dos veces subcampeón mundial). El ranking lo lidera Rusia, con 2743 puntos de promedio. y el argentino mejor clasificado es Sandro Mareco, con 2605. Carolina Luján es la mejor colocada en el ranking femenino, con 2366 puntos, y alcanzó la máxima marca histórica nacional, con 2419.El sistema Elo es cada día más popular entre los aficionados al ajedrez y resulta curioso que no haya sido implantado en otras disciplinas. A diferencia de las formas de preclasificación que se usan, por ejemplo, en el tenis, el Elo abarca potencialmente a cualquier jugador y no sólo a sus cultores profesionales. Les reserva también un lugar y un número a quienes circunstancialmente abandonan su práctica y pueden volver desde el mismo punto de partida clasificatorio (el legendario Garry Kasparov, hoy alejado de la competencia, podría volver con su inusitado ranking Elo de 2815 puntos). Con el tiempo, si la tendencia al crecimiento del número de ajedrecistas incluidos en el ranking se mantiene, cuando dos amigos se encuentren y decidan jugar un rato al ajedrez podrán saber a qué se expone cada uno sin necesidad de preguntarle al otro cuánto entiende del asunto.
Nota extraida de: http://www.pagina12.com.ar/ (MI. Leandro Krysa)
viernes, 24 de julio de 2015
Fiesta de niños el domingo!
A las 14 horas en punto del domingo estará dando comienzo una nueva edición de los torneos sub-12 que venimos llevando desde nuestro club hace varios años.
Los niños se siguen anotando, y ya rondan los 30 participantes del evento, que sin dudas serán más, dado que como bien orientales, algunos lo hacen sobre el filo del cierre de las listas.
Recordamos que la fiesta será en Verdi 4111 casi Propios, que el costo de la inscripción es de $150, y que deben pasar sus datos a ajedrezlaproa@gmail.com con nombre completo y fecha de nacimiento.
Sin dudas será un domingo en el que la cantidad y la calidad de los niños que nos visitan jerarquizará el evento, dado que ya confirmaron su asistencia la campeona uruguaya sub-8, el campeón uruguayo sub-10, el campeón uruguayo sub-12 y la campeona uruguaya sub-12.... que lujito nos vamos a dar!
Los niños se siguen anotando, y ya rondan los 30 participantes del evento, que sin dudas serán más, dado que como bien orientales, algunos lo hacen sobre el filo del cierre de las listas.
Recordamos que la fiesta será en Verdi 4111 casi Propios, que el costo de la inscripción es de $150, y que deben pasar sus datos a ajedrezlaproa@gmail.com con nombre completo y fecha de nacimiento.
Sin dudas será un domingo en el que la cantidad y la calidad de los niños que nos visitan jerarquizará el evento, dado que ya confirmaron su asistencia la campeona uruguaya sub-8, el campeón uruguayo sub-10, el campeón uruguayo sub-12 y la campeona uruguaya sub-12.... que lujito nos vamos a dar!
- Facundo Vázquez Furtado
- Luciano Rodríguez Sánchez
- Franco Manteiga
- Joaquín Decia
- Ximena Mercader
- Joaquin Delfino
- Leonardo Cucchi Vita
- Sebastián Castro
- Federico Bogao López
- Sofía Podestá
- Camila Borrelli
- Inés Sosa
- Guillermo Atrio
- Lorenzo Ressia
- Martina Prando
- Santiago Diaz
- Luca Correa Paiva
- Joel Jerouchalmi
- Matías Giachino
- Rafael Sotuyo
- Francesco Rocca
- Francisco Davies
- Gerónimo Aguerre
- Facundo García
- Andrew Baquero
- Nicolás Guido
- Iván Guido
- Agustín Campodónico
- Sofía Negreira
- Santiago Milnistky
- Agustin Milnistky
miércoles, 22 de julio de 2015
Enfoque en el estudio del Ajedrez
Hoy en día en el mundo se deben publicar más libros de ajedrez que de todos los demás pasatiempos de mesa que existan. La razón de esto parece ser simple: el ajedrez ha demostrado ser un problema duro de roer y hoy por hoy no está claro si alguna vez se resolverá.
Hoy las computadoras, incluso las caseras, tienen suficiente poder de cómputo para batir al 99.99% de los jugadores en todo el mundo pero aun así, el juego no está resuelto, como por ejemplo, en el caso de las damas inglesas.
Una pregunta que surge naturalmente en el aficionado es ¿qué estudiar? Con tanta información, libros, discos compactos, bases de partidas, etcétera, no parece haber una guía sencilla sobre qué es lo que debe hacer alguien que quiera a llegar a jugar bien. De hecho, la experiencia de muchos ajedrecistas es que estudian y no parecen progresar. Algo -piensan- deben estar haciendo mal y sí, la realidad es que el enfoque del ajedrez está siendo mal orientado.
Da la impresión que el problema está en cómo enfocamos el estudio. De hecho, el ajedrez queremos encasillarlo en temas como apertura, medio, juegos, finales, etcétera, de manera que pensamos que si estudiamos alguno de esos tópicos, nos volveremos expertos y punto, pero no es así.
La dificultad -me parece- tiene que ver con pensar en que el ajedrez puede estudiarse como una carrera universitaria, dividiendo en asignaturas el tiempo de estudio y entonces “hacer exámenes” (que sería ir a los torneos y jugar partidas para observar nuestros avances). La realidad es que el ajedrez parece ser más un oficio, en donde se empieza a progresar en la medida que uno juega partidas.
Al igual que la carpintería o quizás la natación, solamente se puede mejorar practicando y sí, en el ajedrez hay que entender una serie de cuestiones pero muchas de ellas pueden zanjarse jugando en torneos. De hecho, esto explicaría por qué algunos jugadores que estudian poco relativamente, mantienen cierto nivel de juego, mientras otros, que estudian mucho, no parecen progresar mayormente.
Desde luego que evidentemente se requiere disciplina y no es mala idea por ejemplo, dividir el estudio de los finales en los de torre, piezas menores, damas y peones. Cada tipo de finales parece tener sus propias reglas y no todas son aplicables genéricamente.
Pero aun así, más importante que hacer esta distinción entre los tipos de finales a estudiar, lo que importa es la disciplina con la que se estudia. Si trabajamos frente al tablero un par de horas por día, será mucho mejor que si estudiamos 10 horas el fin de semana. El cerebro aprende poco a poco y llega -misteriosamente- a conclusiones.
Por ello, mi recomendación es simple: vea ajedrez, estudie ajedrez, partidas de otros jugadores, finales, aperturas, posiciones del medio juego, táctica, etcétera, pero hágalo con constancia y par de horas por día (si le alcanza el tiempo para ello),. Eso le dará beneficios pero ojo, no de la noche a la mañana, sino quizás en 4 o 6 meses de trabajo intenso.
Una vez a Kasparov le preguntaron cómo se podía progresar en ajedrez si se tenía poco tiempo para estudiar. La respuesta del gran campeón fue ésta: “¿Cómo espera progresar si no dedica tiempo al estudio de forma cotidiana?”.
Extraido de: http://www.proceso.com.mx/
martes, 21 de julio de 2015
Entrevista al mejor jugador argentino de la actualidad - Sandro Mareco
Con 2606 puntos de Elo, el ranking mundial que mide la fuerza ajedrecística, el Gran Maestro bonaerense se sitúa también entre los mejores jugadores latinoamericanos. Un repaso de su brillante carrera y de sus objetivos próximos.
“Si uno trabaja, siempre puede mejorar”
–Más
allá de su estupendo presente, lo que llama mucho la atención es el
despegue que tuvo tan abrupto, sobre todo después de 2005 cuando con
un Elo de 2180 puntos logró una norma de Maestro Internacional...
–Sí,
eso fue en el torneo continental, y es una particularidad que está
relacionada a que en esa época, por cuestiones económicas, yo no
podía jugar muchos torneos y tenía más fuerza que la que mostraba
mi ranking. Ese año me decidí a jugar, justo un año después de
haber terminado la escuela.
–¿Qué
fue lo que tuvo en cuenta a la hora de tomar esa decisión?
–Fundamentalmente,
el gusto por el ajedrez, y el apoyo que me dio mi mamá. Entonces
comencé a dar clases y a dedicarme plenamente al ajedrez. Ese año
comenzaron a mejorar las cosas, y se dio lo de ese torneo, donde hice
la norma de MI y nos fue muy bien a varios. En general, creo que si
uno trabaja, siempre puede mejorar. Dedicarse definitivamente al
ajedrez es una decisión bastante complicada, porque en lo que hace a
la parte económica recién se puede vivir bien cuando se llega a
Gran Maestro (GM), o dando clases como MI. Todo lo previo es bastante
complejo.
–Luego
de superar la barrera de los 2600 puntos, se convirtió en el mejor
jugador argentino en la actualidad. ¿Ahora recibe algún tipo de
apoyo o se sigue autofinanciando?
–Durante
mucho tiempo no tuve más apoyo que el de mi familia y amigos. Ahora
cuento con una beca de la Secretaría de Deportes. Y recibo alguna
ayuda de la Federación. También he recibido ayuda puntual para
algún torneo de empresas privadas como Ajedrez Plus, de Daniel
Menón, o del intendente de Hurlingham, Juan Zabaleta.
–¿Cómo
se compara la Argentina, en este sentido, con otros países?
–Depende
mucho del país, yo creo que en Argentina en los últimos tiempos
mejoró bastante el apoyo. Hay muchas cosas para mejorar, pero ha
habido avances. Tampoco está bien la situación en Europa. Yo
estuve, por ejemplo, en Suecia y no hay tanto apoyo. Y en los países
con más tradición ajedrecística existen grandes diferencia entre
los que entran al equipo olímpico y los que no.
–Volviendo
a su etapa de juvenil, ¿cree que Pablo Acosta, Tomás Sosa,
Gianantonio, Francisco Muñoz... van a tener mejores condiciones que
las que tuvo usted para poder crecer?
–Ya
tienen mejores condiciones. Por ejemplo, yo le di clases a Tomás
Sosa este año, y está recibiendo apoyo también para estudiar, para
pagar sus clases, cosa que nosotros no tuvimos. Pablo Acosta está en
el programa de San Luis, que lo ayudan a viajar. Desde el vamos ya
tienen mejores condiciones.
–Hay
quienes destacan el carácter autodidacta de su formación como una
de sus virtudes ajedrecísticas...
–La
verdad es que no puede tener muchos entrenadores por cuestiones
económicas y tuve que arreglármelas solo. Hoy estoy enseñando a
muchos argentinos y brasileños, y algunos jugadores de otros
lugares. Llevo unos diez años enseñando. Hoy puedo decir que, entre
el estudio y la preparación de clases, normalmente, le dedico al
ajedrez unas 60 horas semanales.
–Roger
Federer dijo de Juan Martín Del Potro que para ser número uno debía
pulir los pequeños detalles. ¿Qué es lo que debe hacer un
ajedrecista de elite para continuar avanzando?
–Es
un poco así. Este año comencé con la idea de reforzar las clases
porque el año que viene quiero dedicarme a jugar. Hoy estoy
entrenando a algunos jugadores bastante fuertes, como es el caso de
Alan Pichot, o Carlos Obregón y Leo Krysa. Eso me ayuda: entrenar a
jugadores fuertes. Y para pulir, uno siempre tiene aspectos del juego
para mejorar. Y también la parte psicológica, al igual que en el
tenis. Si uno comete un error grave en una partida comienza a pensar
mal de sí mismo, a desvalorizarse. Está también el miedo a jugar
frente a alguien más fuerte. Y, en cuanto al desarrollo del juego,
hace un tiempo sentí que me faltaba precisión en los finales, y
entonces decidí ir a estudiar con Ulf Andersson, que es especialista
en el tema.
–¿Qué
nos puede contar de Andersson?
–Que
es un muy buen tipo y que viajó con nosotros como entrenador a la
última olimpíada, otro aspecto que también muestra un cambio en el
apoyo. De sus cualidades ajedrecísticas, pese a que hoy tiene menos
ranking que yo, puedo decir que en muchos aspectos tiene más
conocimientos. Llegó a ser el número 4 del mundo. El día que
llegué a Estocolmo me fue a buscar al aeropuerto, que quedaba a 180
kilómetros; llegamos a la casa a la medianoche, le comenté que
había jugado ese día una partida, nos pusimos a analizarla y
estuvimos frente al tablero hasta las 7 de la mañana.
–Mencionó
que entrena a Alan Pichot, quien sorprendió con sus logros por la
edad que tiene. ¿Cómo lo ve en perspectiva?
–Lo
del campeonato mundial juvenil no fue una sorpresa. Cuando vi la
lista de jugadores le dije que podía ganarlo, y eso que yo no suelo
ser condescendiente con mis alumnos. Los jugadores del torneo que
ganó Alan, los más fuertes, estaban cerca de su nivel. Hay otros
juveniles más fuertes, pero no jugaron ese torneo. Después, creo
que Alan está mejorando bastante rápido. Es muy difícil definir a
qué puede llegar. A un ranking de 2600 podría llegar, casi seguro.
Ahora, a 2700 ya es más difícil de predecir, porque eso depende de
cómo vaya a seguir entrenándose. Alan está participando de un
programa para jugadores de alto rendimiento en el Cenard, que es un
aporte muy importante. Por mi parte, lo ayudaré en todo lo que
pueda, no tengo inconvenientes en entrenar a jugadores que estén a
mi nivel o que me superen.
–El
ajedrez argentino pasó una etapa bastante oscura, compitiendo sin
apoyo, y usted forma parte de esa generación de ajedrecistas que a
pesar de eso lograron cosas importantes. ¿Cómo fue posible eso?
–Creo
que la falta de apoyo o las cosas negativas se presentan como un
desafío para sacar más fuerzas, y uno tiene que dar lo mejor de sí
para superarlas. Obviamente que, con apoyo, hay mejores perspectivas.
–Se
está dando un acercamiento de muchos jóvenes, chicos y chicas, al
ajedrez, ¿qué tiene para decirles?
–El
ajedrez no es una carrera universitaria que ofrece garantías. Hay
que sentir la pasión. Me parece bárbaro que los chicos jueguen, que
disfruten y que lo hagan con pasión. El ajedrez ayuda mucho para
otros aspectos de la vida, como en la paciencia, en el pensamiento
lógico frente a algunas situaciones; ayuda en la toma de decisiones.
Y, con respecto a la competencia, permite conocer lugares, idiomas,
conocer otras costumbres.
–¿Con
qué jugadores se identifica?
–No
sé si me identifico, pero admiro mucho el juego de Carlsen. Kasparov
me gustaba mucho también. Me gusta mucho ver las partidas de quienes
juegan mejor que yo. En cuanto a estilos, me gustan los jugadores
arriesgados como Jobava o Rapport. Aunque no siempre hagan la mejor,
hacen bastante divertidas las partidas.
Nota extraida de: http://www.pagina12.com.ar/lunes, 20 de julio de 2015
Suerte y Desgracia de los campeones
Incluso en el ajedrez hay sitio para la suerte. Veselin Topalov, flamante ganador en Noruega, ha sumado a un gran momento de forma y a su siempre encomiable espíritu de lucha una fortuna increíble en varias partidas. La «ayuda» recibida en la primera ronda fue clave. Magnus Carlsen le regaló un punto entero. Tenía ya en el microondas a su rival, completamente cocinado, cuando se le olvidó pulsar el botón, por simple desconocimiento del reglamento del torneo. El campeón del mundo encajó fatal el revés. Es humano, después de todo, y luego perdió otras tres partidas, para acabar séptimo, el peor puesto desde que está en la élite, a medio punto del último puesto y a tres del primero.
La última derrota de Carlsen fue especialmente significativa, en la ronda final, ante su compatriota Jon Ludvig Hammer, un gran maestro que no llega a los 2700 puntos Elo y que no conocía la victoria en el torneo. Hammer no ganaba a Carlsen, que solo tiene 24 años, desde hace 15. El número uno del mundo volverá a demostrar que es uno de los grandes, pero el batacazo ha sido histórico, con tres puntos y medio en nueve partidas, una puntuación casi ridícula para su categoría.
En el Norway Chess, Carlsen se ha dejado 22,7 puntos Elo. A cualquier otro, un descenso así le haría un roto en el carnet de identidad. A él le sobraba colchón y seguirá como número uno, aunque Anand (+12) y Topalov (+18) ya le pisan los talones, a menos de 30 puntos. Nakamura y Giri, nuevos compatriotas (aunque no parecen mantener las mejores relaciones) también salen reforzados, sobre todo el primero.
Pero el caso de Topalov y la suerte es digno de estudio. Después del regalo de Carlsen, hizo tablas con Nakamura, en una interesante española. En la tercera ronda, el francés Vachier-Lagrave cometió un par de errores graves y perdió ante el búlgaro con blancas en menos de treinta movimientos. En la cuarta, Levon Aronian no mejoró su pobre rendimiento de las últimas semanas. Quien fuera indiscutible Top 3 lucha por seguir entre los diez mejores del mundo.
En la quinta partida, a Topalov lo terminaron de nombrar hijo adoptivo de Noruega. En un sencillo final de tablas muertas, Hammer cometió un error incomprensible para un gran maestro. Su única excusa eran las más de 70 jugadas en las que el excampeón del mundo no paró de presionar. Grischuk, con blancas, también perdió el rumbo por completo en la sexta ronda y se quedó pajarito en un suspiro. En la séptima partida, con medio torneo en el bolsillo, Topalov forzó la liquidación total y las tablas contra Caruana. Su tropiezo en la octava ante Giri puso en duda su victoria, pero llegó la última partida, contra Anand, que merece comentario aparte.
¿Qué fue de la regla de Sofía?
Los dos únicos aspirantes a ganar el torneo prefirieron asegurar sus respectivas plazas con unas tablas en media hora y solo 18 jugadas. Y tan contentos. A Topalov se le olvidó por un día la famosa regla de Sofía, que prohíbe firmar el empate antes de la jugada 30, y que él tanto ha promovido. Su justificación era evidente: con el empate ganaba el torneo. No me gusta criticar en exceso las tablas de este tipo, porque para empezar son legales, pero el búlgaro ha criticado tanto a sus colegas en otras ocasiones…
Peor fue la actitud del indio. Aunque jugaba con negras, ni siquiera intentó ganar un título que tenía a su alcance. Anand parecía más pendiente de su carrera a largo plazo contra Carlsen, como si un jugador de su edad pudiera permitirse el lujo de otear el horizonte. El hundimiento del campeón mundial tampoco despertó demasiada misericordia entre sus colegas, por otro lado.«Cómo sentir pena por él, con todos los torneos que ha ganado», resumió Nakamura.
Nota extraida de: http://abcblogs.abc.es/