Anton Kovalyov (2613) que participará por la federación de Canadá, en el X Continental a desarrollarse en la torre de Antel, aprendió a jugar en Argentina.
A continuación una entrevista muy interesante que encontramos en el diario La Nación del año 2008.
Anton Kovalyov, de 15 años, sabe muy bien aquello que
querer es poder. Tenía sólo 8 años cuando llegó a la Argentina, en 2000,
desde su Jarkov natal, en Ucrania, sin conocer un caballo de ajedrez;
descubrió los secretos del juego y los asimiló como un rayo.
Siete
temporadas después se consagró como el maestro internacional más joven
del país, para hacer añicos los récords de Hugo Spangenberg y Damián
Lemos, con 16 años. Anton quiso y pudo.
Pero la hazaña amenaza con volverse olvido; hace algunos meses se marchó
en la búsqueda de apoyo para su carrera ante el desdén de una
dirigencia vernácula, que no supo cobijarlo.
En Montreal, en compañía de su familia, analiza las mejores variantes de
su avance junto a los trebejos, mientras busca un punto en la Tierra
donde afincarse. Su vínculo con la Argentina, acaso, no ha concluido;
aún juega bajo la bandera celeste y blanca, mientras escribe nuevas
historias.
"Aquí, en Canadá, hay poco ajedrez, pero en los Estados Unidos es
distinto, aunque para ello hay que pagar. Mi mamá dice que eso sólo
sirve para ganar plata, no para progresar en mi juego", cuenta a LA
NACION Anton Kovalyov en una charla telefónica desde Montreal, donde la
mayoría de sus vecinos son franceses e ingleses.
"Aquí se nota la discriminación; los franceses verdaderamente la hacen
sentir", interrumpe la mamá de Anton, Tetania, una mujer rubia de 44
años, de piel blanca y ojos celestes que encandilan. "Anton fue obligado
a estudiar francés en la escuela y ello le hizo perder un año del
secundario. Cuando en marzo cumpla 16, él elegirá libremente el idioma
que quiera estudiar en el colegio y seguramente se inclinará por el
inglés", completa la madre, que pasa las horas atendiendo el hogar y a
los tres varones de la casa.
El papá y el hermano de Anton, ambos de
nombres Sergei, trabajan en una fábrica; conocen el sacrificio.
Los Kovalyov huyeron hace casi 20 años de una ciudad cercana a Chernobyl
luego de que se desatara la tragedia nuclear; vivieron en Jarkov, pero
el crecimiento de sus hijos y el temor a que fueran convocados por el
ejército ucraniano los obligó a dar el salto. Soñaban con
hacer la América ; llegaron a la Argentina en 2000, pero se marcharon siete años después.
-¿Por qué se fueron de la Argentina?
-La verdad es que no la pasamos bien en Buenos Aires, desde que llegamos
tuvimos muchas dificultades. Al principio, un banco se quedó con
nuestros ahorros con el tema del corralito. Luego compramos una
computadora nueva para Anton y cuando se descompuso descubrimos que nos
habían vendido una máquina usada. Además, las promesas de ayuda para
Anton nunca llegaron y los tres asaltos que sufrió mi marido, y otro más
mi hijo mayor en el último año, nos hicieron pensar que era mejor
marcharnos en lugar de esperar a que las cosas cambiaran".
Anton arrastra la prosapia e idiosincrasia de los ciudadanos del Este;
se ríe poco y habla menos. Tras el aprendizaje junto a Marcelo Reides,
en el Club Argentino, y más tarde con los maestros Pablo Ricardi y Oscar
Panno, se refiere a la nueva experiencia.
"Ahora tomo clases por Internet con un argentino, Javier Moreno, que
vive en Madrid. Nos conocimos en España. Después de jugar un abierto en
Canadá viajé a Europa y estuve en San Sebastián (salió 2do), en Alcalá
de Henares (subió su puntaje Elo), Calviá (finalizó entre los 20 mejores
sobre casi 300 participantes y logró el título de maestro
internacional) y Portugal (finalizó 2do). Tal vez lo mejor de todo es
que subí mi Elo y estoy 5to. en el ranking argentino, detrás de Flores,
Peralta, Felgaer y Cámpora."
-¿Lo superaste a tu maestro, a Ricardi?
-Sí (suelta media risa), parece que es así, pero igualmente él es un muy buen jugador y maestro.
En su acotada carrera, Kovalyov cuenta con victorias ante grandes
maestros; lo padecieron el argentino Miguel Quinteros y el español Juan
Manuel Bellón. Y luce empates con el uruguayo Andrés Rodríguez, el ruso
Oleg Korneev, el indio Chanda Sandipan, el azerí Guliev Namig y el
lituano Eduardas Rozentalis. En su palmarés figuran dos conquistas, el
abierto Ciudad de Pinamar y el de Avellaneda, y dos primeros puestos
compartidos, en Portugal y San Bernardo.
-¿Ya sabés lo que querés ser en el futuro?
-
Seguro, me gustaría ser campeón mundial. Admiro las partidas de
Kasparov, Kramnik y Anand, pero si tuviera que elegir una carrera
estudiaría ingeniería. Mi papá era ingeniero mecánico en el ejército de
Ucrania.
-Y fuera del ajedrez, ¿qué otras cosas te gustan?
-El cine, veo dos películas por día; me gustan las de terror, pero para mí el ajedrez es lo que vale.
Anton Kovalyov, portador de una historia con luces y sombra, se exhibe
como una de las nuevas estrellas frente al tablero. Ilumina su juego.
Juega y triunfa en cualquier tierra.