Escribe: Alejandro Genta
Hechos y Antecedentes
En la partida disputada en la última fecha, entre Señor Daniel Izquierdo, conduciendo las piezas negras, y quien suscribe, conduciendo las piezas blancas, siendo los árbitros intervinientes Rubén Hipogrosso y Jorge Bermúdez, en la jugada 67 el maestro Daniel Izquierdo reclama tablas por repetición de la misma posición fotográfica con las mismas posibilidades según obra en el reglamento vigente de la FIDE. Los árbitros intervinientes reprodujeron la partida y me dijeron que efectivamente se había repetido y declararon tablas, acto seguido firmé las planillas pero hice un reclamo formal a través de una carta. En esa carta reclamo que Izquierdo no tenía la planilla en forma como para reclamar, dado que faltaban jugadas que tuvo que suponer el árbitro Hipogrosso y había varias enmiendas y anotaciones erróneas, y que por esa razón no puedo dar fe del reclamo. Se le saca fotos a las planillas. A los veinte minutos, después de abandonar la sala, me llama Lanzilotta y me dice que reproduciendo la partida no se llega a tablas. En seguida llamo a Héctor, le explicamos y él me dice que amplíe la reclamación, mandándole un correo rápidamente. Así sucede y cumplo rápidamente. Héctor la reproduce y constata que efectivamente no hay repetición de tablas, que había sido un error del árbitro.
Usando como testimonio las planillas del reclamante Daniel Izquierdo, se puede constatar con total certeza: A) Que el reclamo es improcedente porque no se produce la repetición. B) Que el fallo de los árbitros es erróneo por la misma razón del literal anterior.
Por lo tanto solicito continuar la partida desde la posición que fue suspendida con el incremento de tiempo que me corresponde por un reclamo equivocado.
La posición está claramente ganada de mi parte, de materializarse mi triunfo las posibilidades de disputar la final del campeonato uruguayo de ajedrez 2009 son muchas.
He jugado todo el ciclo clasificatorio con el fin de llegar a esta final.
No es para nada justo que por un fallo erróneo de los jueces intervinientes quede excluida de la misma.
Esta es la carta, en esencia, que mande a la comisión arbitral…
Esperé la resolución y para mi sorpresa y la de casi todos, falló contra mi petición.
Cuando la justicia pierde ante las formalidades selectivas
Si alguien desea ponerse en mi lugar por un momento, después de jugar el preliminar, el desempate y posteriormente la semifinal y se encuentra que bajo su propio esfuerzo logra una posición ganada en la cual le reclaman tablas (cosa que no está en mi dominio), que los árbitros me dicen que la partida es tablas (cosa que tampoco está en mi dominio) y que firmo por confiar en dicho veredicto y ante todo con buena voluntad (eso sí está en mi dominio), que hago una carta en el momento de apelación al fallo (eso está también en mi dominio), que posteriormente se constata reproduciéndola que no existen las repeticiones y por lo tanto amplío el reclamo y que existe justamente un tribunal de APELACIONES para salvar estos errores, que se supone que van a actuar ante todo con justicia (cosa que no está en mi dominio) y que finalmente me dicen que el árbitro se equivoco pero que el fallo es el mismo (última cosa que no está en mi dominio)… entonces se acaba de conformar una total y absoluta falta de garantías. Cualquiera se sentiría totalmente manipulado por una hipocresía brutal, en la cual no prima la justicia, el sentido común, sino algo tan técnico como que los procedimientos no fueron los correctos, que no tendría que haber firmado, que solo valía mi primera carta, la segunda donde aclaraba el error, no… que escuche a un árbitro decir que la razón por la cual no se aceptaba la verdad del descubrimiento posterior (que estaba equivocado el juez) era porque “imagínate que si no... se manda una carta, después otra, y otra y es una locura” ¿y esa es la justicia que prima?
¿La prueba de la verdad no se aceptó? ¿Por qué intereses?
No señores, la justicia no está posterior a las formalidades, al tecnicismo, sino que debe ser la guía que inspira todas las leyes. Cuando se plantea un problema de este tipo, el juez justo y que honra su puesto debería decir: ¿dónde está la verdad? ¿dónde está la justica? Y con esas dos guías debe hacer su veredicto interpretando las reglas.
El tecnócrata, el formal, el que no quiere justicia sino ver cuál regla, cuál punto podemos aplicar para truncar la justicia, para que todo quede como está. Es aquel que aun sabiendo que hay un error en la sanción dice: “No se puede hacer más ampliaciones aun cuando la verdad es redescubierta” es aquel que dice: “Es indudable que el juez se equivocó y está demostrado, pero no fue hecho el reclamo con las formalidades correspondientes”…
El tecnócrata es aquel que permite que un violador, un asesino, pueda evitar la cárcel y vuelva a convivir con mostros aunque la evidencia que lo condena es irrefutable pero mal ávida. Que a pesar que no existe ninguna duda de que es un asesino, no se cumplieron las formalidades…
Para mi sorpresa hay muchas personas que piensan así, lo pude constatar en el reciente torneo de la Copa Termipol en Colonia este fin de semana. Muchas personas que creen que solo un mundo lleno de reglas estrictas y más importantes que la propia verdad les puede dar seguridad. Espero que estas personas nunca les pase nada, ni sufran una injusticia…y que si les suceden, no miren para arriba para reclamarla y les devuelvan un puñal justificado en tecnicismos selectivos. Digo selectivos porque, se acepta la caligrafía de Izquierdo cuando no cumple el también las formalidades necesarias.
Estas personas no entienden que si siempre nos guiamos por la verdad y justica nunca nos vamos a apartar de ella, en cambio si nos guiamos en un montón de reglas estrictas cada vez corremos el riesgo de apartarnos de su objetivo. Así se crea la burocracia sin sentido.
Cada vez que aceptamos que la verdad no es lo más importante y que son las formalidades selectivas estamos matándonos a mostros mismos.
Por ende llego a la conclusión de que en realidad ya estaba condenado mi fallo, dadas las características de mi rival y las posibles consecuencias de fallar en su contra hicieron cortar la cuerda por el lado más suave.
Los tecnócratas me contraatacaron diciéndome que soy un inocente, que la justicia no es lo más importante y para ello me trajeron el ejemplo de un partido de fútbol, en el cual se hace un fallo erróneo como un penal que no existió y que permite ganar a un cuadro que no lo merecía, de la misma forma yo no puedo esperar revertir un fallo de ajedrez.
La diferencia estriba que en un partido de fútbol no hay una comisión arbitral con potestades para cambiar el fallo arbitral. En el ajedrez sí.
Comisión Arbitral se equivoca rotundamente
La comisión tiene las potestades como para cambiar el fallo equivocado. La comisión investiga y llega a la conclusión de que el fallo es erróneo. El propio árbitro también está dispuesto en cambiar el fallo y reconoce su error.
Tengo que hacer la consideración que el árbitro es el que valida la firma de los jugadores como verdadera, y es más importante que dichas firmas, como el ejemplo que si suena un celular y los rivales acuerdan tablas, el juez la puede dar por perdida.
El juez valida la firma de los jugadores. La comisión valida la decisión arbitral. Por lo tanto la comisión arbitral puede y debe en busca de la verdad revocar la decisión arbitral y por ende las firmas de los jugadores que no son más importantes que la decisión arbitral.
¿Cómo puede valer menos el error que reconoce el árbitro que la firma de la planilla por el jugador perjudicado? Sería claramente un error de sentido común.
Hoy mi enojo e indignación no es con Hipogrosso, que tuvo la honestidad de aceptar su equivocación y hacer todo en cuanto le fuera posible, mi enojo es ante la comisión que tenía la responsabilidad de hacer valer la verdad aunque tuviese que enfrentarse a la desagradable presión de Izquierdo, porque esa es su función. Lo dice el reglamento de la FIDE. El error de los árbitros se produce por la esencia de la propia humanidad, la cual hace que nos equivoquemos en un montón de casos y no se puede evitar. Lo que sí no puedo aceptar y me produce nuevamente indignación y asombro es que perjudiquen la justicia conscientemente, y que me digan que tengo razón, pero que marcho preso.
La comisión podía dar garantías a la justicia por sobre todas las cosas, inclusive las formalidades, es la función de los jueces en cualquier lugar y época. Incluso las potestades de la comisión es cambiar el fallo arbitral en pos de la justicia, el sentido común y la verdad. Eso nos enseñaron en la escuela, en el liceo y en todos lados. La comisión tuvo, a diferencia del árbitro, la comprobación del error y a través de un procedimiento consciente y razonado comete una nueva injusticia mucho más atroz que la anterior que era inconsciente.
¿Qué nos enseña esto?
La primera enseñanza que nos propone es que la verdad no alcanza para subsanar un error. Porque no hay garantías. Por eso no debemos firmar nada, absolutamente, ni haciendo fe en nuestro escribano (juez), es importante que ante la duda y aunque esta sea pequeña, no firmemos nada, porque no hay garantías, no hay justicia, solo formalidad, solo estructuras burocráticas que están enquistadas en sí mismas como verdad, más allá de la propia realidad.
Imaginemos por un momento, que vuestro hijo hace algo equivocado, y le saco la tele porque pienso que hizo algo que no está bien, pero que después me doy cuenta que me equivoqué claramente... ¿Saben lo que hay que hacer? Lo que nos enseñan hoy la comisión, es decirle a tu hijo “ yo sé que me equivoque, y te estoy castigando injustamente, pero nada puedo hacer por que formalmente vos aceptaste la pena (firmaste la planilla)… ¿Se imagina alguien siendo tan ridículo? ¿Se imaginan que prime la formalidad ante que la justicia?
Otra cosa que nos enseña este fallo es que la verdad es menos importante que las formas, porque este mundo estructurado solo puede marchar por formalidades, por requisitos… Lo que no saben es que todos estos reglamentos para buscar la justicia, ese es el fin que motivó todas las leyes, todas las reglas y que nunca, jamás puede ser más importante que su fin.
Quisiera saber si a cualquiera de los jueces de la comisión, les dijeran que les acaban de robar un auto, la casa, o quizás (dios no quiera) algo peor y se reconoce fielmente donde esta, y se constata el robo, pero le dicen que como no llenó correctamente el formulario, 419 no pueden devolverle lo que le robaron…Quisiera realmente que pasaran por esa situación para que entendieran.
¡Cuántas injusticias hay! Nos indignamos cuando a alguien le sacan su casa y la ocupan sin que pueda hacer nada, nos indignamos porque a un violador hay que soltarlo, nos indignamos cuando un asesino tiene 15 o 20 entradas en la cárcel, nos indignamos porque si matamos a un asesino en nuestra casa podemos ir preso, nos indignamos porque un menor de 17 puede matar impunemente.
YO me indigno mucho más por lo anterior y también algo, cuando existe una comisión especialmente para subsanar esto y no se hace, cuando la apatía y la frialdad me dan la cara, cuando veo que todos somos responsables de que esto suceda día a día.
¿Entonces cuál es la razón para fallar equivocadamente?
La razón la desconozco, pero lo que sí sé… es que ninguno de los jueces hace eso en su vida privada, tratan de actuar con justicia, educando y enseñando, y los que tuve oportunidad de conocer sé que son buenas personas, pero como dijo alguien una vez en la FUA ante un problema que no había “solución”: “ Muchachos, ustedes individualmente, como personas, son bárbaros, ¡pero todos juntos no sirven para nada!”
La razón, podría ser la indiferencia, la injusticia, el tecnicismo, la burocracia, el miedo, etc., pero ninguna valedera. Siempre habrá una justificación, alguna inciso, alguno punto que nos exonere de la responsabilidad de la justicia, algo que me permita decir:” Sé que es injusto, y tenes razón, ¡pero marche preso! Es la famosa racionalización que justifica nuestro deshonor.
Conclusión
Esto es lo que hoy siento, y por más que traten y traten de justificar su fallo, con tecnicismos, jamás van a poder ser justos, ¡jamás! Y ese es el peor fracaso que pueden tener. Espero que les suceda lo mismo en su vida, pero no por venganza, sino para que cambien en el futuro y podamos sentarnos a jugar una partida y que dependa solamente de nuestro juego.
Hoy lo estoy pagando yo, quedándome al margen del campeonato, otros lo pagaran mañana, y estarán sentado ante este antecedente dramático, no por la consecuencia deportiva sino porque contando con todo para ser justo, fallaron en su misión justificándose con superficialidades.
Por último, no puedo dejar de asignarle una cuota de responsabilidad a la FUA, que fue la que designó la comisión arbitral y al propio arbitro, por lo tanto tienen corresponsabilidad en los hechos que iniciaron la injusticia y posteriormente la propia resolución de la comisión designada.
Gracias a todos por el apoyo y la solidaridad recibida. Gracias a mi club, la Proa, que me ha apoyado en todo este atropello, a Marcelo Lanzilotta y a las decenas de jugadores que como yo han quedado indignados.
Alejandro Genta Guillen
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